Han pasado dos semanas desde que los agentes sociales rubricaron con el Gobierno la reforma laboral. Un pacto entre patronal y sindicatos, muy lejos de la prometida derogación total de la norma de la etapa de Mariano Rajoy, y cuya consecución ha podido atribuirse Pedro Sánchez. Su venta ha sido explotada como un gran espaldarazo a su Gabinete. Sin embargo, ve cómo el tiempo pasa y se le está atragantando la convalidación del real decreto ley en las Cortes ante las resistencias de los socios a entregar su respaldo. Especialmente, ERC, Bildu y el PNV.

La búsqueda de una salida del atolladero ha llevado al propio Presidente y a sus mensajeros a ganar tiempo tirando de la estrategia de situar la pelota en el tejado del PP, exigiéndoles a la desesperada que “arrimen el hombro” “porque hay razones de sobra para defender ese acuerdo”. En el ala socialista está generalizada la seguridad de que el principal partido de la Oposición en ningún caso saldrá de su voto en contra, siendo acusado Pablo Casado por el mismo Sánchez de practicar una “política negacionista”. Tanto es así que La Moncloa lleva tiempo hablando de “cuadrar las abstenciones”, siendo suficiente obtener más síes que noes. Es ya el camino gubernamental para salvar los muebles.

En este contexto, Sánchezha reunido este lunes en la sede de la calle Ferraz a la Ejecutiva Federal pero subrayando la presencia del área económica del partido, centrando su análisis precisamente en la reforma laboral. A la cita, entre otros, han asistido los ministros de la Presidencia, Félix Bolaños, de Hacienda, María Jesús Montero y de Política Territorial, Isabel Rodríguez. La instantánea ha buscado visualizar la prioridad de sacar adelante la reforma laboral. Una forma más de ejercer presión sobre sus costaleros y de intentar además colocar contra las cuerdas a los populares ante un resultado, a día de hoy, todavía incierto.

En paralelo, y ya entre bambalinas, Bolaños, y la vicepresidenta segunda y titular de Trabajo, Yolanda Díaz, son los encargados de llevar las riendas de los contactos con los grupos parlamentarios, priorizando en primera instancia a los aliados, aunque la órbita socialista juega todas sus cartas y, a diferencia de los morados, mira abiertamente hacia Ciudadanos que ha mostrado su predisposición a negociar. A pesar de la intención de no tocar el texto acordado, ante el riesgo de perder por el camino a la CEOE, la puerta se antoja al menos entreabierta para una tramitación como proyecto de ley y, por tanto, para posibles modificaciones.