El PSOE se mueve desde el 10-N entre la cautela y el vértigo. Sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez en tiempo récord dará renovados ánimos a sus filas para afrontar una Legislatura que amenaza con complicarse. Así lo ha sabido la Cadena COPE de fuentes de La Moncloa.

Conscientes de los disgustos que pueden emerger con Unidas Podemos en el día a día, colaboradores de Sánchez asumen las dificultades de lograr una estabilidad que pasa por mantener el respaldo, además de los morados, de PNV, Más País, Compromís, PRC, Teruel Existe, BNG, CC-NC y hasta ERC. “Está por ver cómo nos bandeamos”, admiten.

En ningún caso resultará sencillo dirigir un Gobierno con Pablo Iglesias y 3 o 4 de los suyos sentados con áreas sociales en el Consejo de Ministros y en deuda con un separatismo catalán echado al monte. El diagnóstico respecto a la estabilidad del país está lejos de mejorar, sino todo lo contrario.

La etapa venidera promete convertirse en gran medida en una prolongación de la anterior. Son precisamente sus socios contra los que deberá defenderse Pedro Sánchez si quiere evitar convertirse en el rehén de sus órdagos, en particular de ERC, objeto de los dulces flirteos, con una línea abierta entre el mismo presidente en funciones y el vicepresidente catalán, Pere Aragonés. Esa es la elucubración, sin saber a qué atenerse, de cuadros socialistas.

El caso es que Sánchez ha trasladado a colaboradores la percepción de que la investidura está ganada. La velocidad imprimida a los acontecimientos le ha llevado, según las mismas fuentes, a distribuir entre el equipo monclovita sus labores en ese Ejecutivo de coalición.

A partir de aquí, la estructura y el reparto de Ministerios – más allá de contrarrestar la influencia de Pablo Iglesias como vicepresidente con 2 vicepresidencias más, con Carmen Calvo al frente de la gestión política y de Nadia Calviño de la económica – son conocidos por un reducido grupo. Evidentemente, Sánchez e Iglesias, también Irene Montero y Adriana Lastra. Y el omnipresente Iván Redondo. La operación se está desarrollando con sigilo, como sostienen conocedores de cómo vienen actuando los líderes de PSOE y Unidas Podemos.

Y mientras todo parece encarrilado, la militancia es convocada para dar luz verde a la entente de Sánchez con Iglesias. En la sede de Ferraz carecen de dudas de que el resultado final de la consulta del próximo 23 de noviembre será favorable al acuerdo PSOE-UP. A la postre, hasta los antiguos críticos con Pedro Sánchez se han cuidado de hacer excesivo ruido interno.

De hecho, la actual cúpula socialista ha restado importancia a algunos recados y propagan la unidad tras el líder. Los suyos le presuponen la responsabilidad de hacer lo mejor para el PSOE, otros consideran que “sólo piensa en él”.