¡Y se cumplió! Como era de esperar tras el rechazo de los Presupuestos Generales del Estado, el presidente Sánchez ha convocado elecciones generales para el próximo domingo 28 de abril. En las últimas semanas esta posibilidad iba cogiendo fuerzas y en el horizonte cada vez se veía más cerca un adelanto electoral.

Los comicios del mes de abril, los españoles encaran las terceras elecciones en menos de cuatro años. Un tiempo en el que se han producido muchos cambios en el panorama político de nuestro país.

La crisis económica, detrás de la que todos coinciden en ver unos cambios tecnológicos muy profundos y que se han producido más rápido que nunca en la historia; las nuevas formas de comunicación; la propia estructura de los viejos partidos y, por encima de todo, una brecha generacional cada vez más evidente en muchos países, son factores que explican que difícilmente las cosas vayan a volver a ser como antes, al menos a corto plazo.​

En medio de ese mundo cambiante, según los expertos, resulta difícil imaginar que el binomio PP-PSOE pudiera salir indemne, máxime cuando se trata de partidos que responden a los intereses de un determinado segmento de la población, frontalmente contrapuestos a los de otros.

Adiós a las mayorías absolutas

Atrás quedan las mayorías absolutas de Aznar, Rajoy y Zapatero. Los comicios del año 2015 cambiaban el mapa político en nuestro país. Era momento de negociar y pactar para formar gobierno. El ascenso de Podemos y Ciudadanos provocó una serie de negociaciones que no fueron a ningún lugar, ya que las elecciones tuvieron que repetirse en el mes de junio de 2016, después de que los partidos con representación en la Cámara Baja no llegaran a acuerdos para investir a un nuevo presidente del Gobierno.

Tras los comicios del verano de hace tres año, el Partido Popular, liderado por Mariano Rajoy, consiguió sumar una mayoría clara para convertirse en presidente del Gobierno, cargo que ocupó hasta la moción de censura de Pedro Sánchez dos años después.

VOX, unanueva pieza en el tablero

Llegar a consensos va a ser el mayor reto a partir de ahora. Vamos a tener un congreso muy polarizado en el que la entrada, casi asegurada, de Vox va a repercutir sobremanera en todos los partidos. Los de su espectro político porque querrán ganar a ese votante descontento que ha dejado sus filas en busca de los mensajes fáciles de los de Santiago Abascal. Y los partidos a la izquierda del arco parlamentario porque tendrán que luchar contra los postulados de un partido al que ven como el demonio.

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Y existe una tercera vertiente. La llave de la gobernabilidad, en manos hasta ahora de los nacionalistas vascos y catalanes, y que como todo parece indicar, pasará a manos de Vox.