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La catedral construida gracias a los bebedores de vino y que Napoleón saqueó, pero no pudo robar

Recorrer la muralla milenaria de Lugo es un encuentro con la historia en el que la antigua Roma nos regala un ejemplo de su grandeza

La catedral construida gracias a los bebedores de vino y que Napoleón saqueó, pero no pudo robar

CEDIDAS POR EL OBISPADO DE LUGO

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 08 ene 2023

Desde lo alto de la muralla ya no se ve el campo abierto, porque casas cada vez más altas ocultan el verdor derramado a la vista y ni siquiera nos permiten vislumbrar el Miño que, con mucha frecuencia, nos regala niebla como nube de algodón que difumina los perfiles, pero si miramos hacia adentro, desde cualquier punto de esa muralla que se mantiene íntegra a pesar de los siglos, podemos ver las torres de la Catedral de Santa María, cuyos primeros cimientos se remontan a un templo que ocupaba ese lugar veinte siglos atrás.

Era, ya en sus inicios, un templo tan hermoso que el rey de Asturias Alfonso II el Casto, ordenó que lo copiaran para construir la Catedral de Oviedo.

Cuenta la historia que aquella primera y bellísima catedral de Lugo sufrió daños estructurales y que sobre sus cimientos se construyó, en el siglo XII, parte de la que hoy disfrutamos porque, a lo largo de los años, se le fueron haciendo algunos añadidos y que, curiosamente, esos añadidos se los tenemos que agradecer en parte a los amantes del buen beber porque, para recaudar fondos y financiar sus obras y las de otros edificios públicos, se creó un impuesto sobre el vino. Dos maravedíes tenían que pagar los lucenses por cada cuartillo de vino que compraban.

La catedral construida gracias a los bebedores de vino y que Napoleón saqueó, pero no pudo robar

CEDIDAS POR EL OBISPADO DE LUGO


Napoleón saqueó su tesoro y Jacobo III de Inglaterra, que se hospedó durante un tiempo en su cercanía, pidió que sus campanas no sonaran antes de las ocho de la mañana porque lo molestaban, pero ni uno pudo robar las torres, el claustro, el museo y las capillas, ni el otro silenciar las campanas que todavía siguen sonando y que tienen nombre propio, como la Froilana,Mariana mayor, Mariana menor, Sardiñeira, Prima, Cimbálico y Santa María.

Adentrarse en esta catedral, sumergirse en la penumbra, admirar sus retablos, recogerse ante el Santísimo Sacramento expuesto de manera permanente y detenerse en la capilla de la Virgen de los Ojos Grandes, es como adentrarnos en un oasis de paz.

La catedral construida gracias a los bebedores de vino y que Napoleón saqueó, pero no pudo robar

CEDIDAS POR EL OBISPADO DE LUGO


Esa talla de la Virgen de los Ojos Grandes, llamada también La Virgen de la Leche, porque representa el momento justo después de haber amamantado al Niño y por eso tiene un pecho a medio cubrir, es espectacular; y sus ojos…, esos ojos grandes que dieron lugar al nombre con el que la bautizó el pueblo, ejercen un magnetismo especial. Dicen que, si se la mira fijamente, en ellos se pueden ver reflejados algunos de los milagros que ha realizado, porque la Virgen de los Ojos Grandes tiene fama de milagrera desde tiempos inmemoriales, hasta el punto de que de sus milagros hay numerosas referencias escritas, entre ellas una cantiga del mismísimo Alfonso X El Sabio: “Como Santa María sanó en su iglesia de Santa María de Lugo a una mujer paralítica de pies y manos”.

Hoy, sus torres, que han sobrevivido a todo tipo de avatares, se elevan, espectacularmente hermosas, como queriendo tocar el cielo, haciéndole sombra a la mismísima muralla lucense, la muralla romana mejor conservada del mundo en Lugo, una ciudad en la que confluyen tres lugares Patrimonio de la Humanidad, la muralla, el camino de Santiago y la misma Catedral de Santa María.


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