Una mujer se queda sin piso a los 38 años y su tía le da la solución: una residencia de ancianos por 280 euros al mes

Tras dos meses en un Airbnb pagando más de 1.500 euros al mes, su tía le sugirió una opción de vivienda cada vez más habitual en algunos países como Australia

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Dos apartamentos con cartel de Se Alquila

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El precio de la vivienda sigue marcando récords en 2025, con aumentos del 10,3% en España en el primer trimestre del año, según el último informe de Gesvalt, que destaca la escasez de oferta como principal motor de la escalada. Mientras, en Australia, el mercado inmobiliario muestra señales contradictorias: aunque el valor medio de las propiedades subió un 3,8% interanual en febrero, ciudades como Melbourne y Sidney registraron caídas del -3,2% y -0,9%, respectivamente, según datos de CoreLogic.

En este contexto de volatilidad, historias como la de una melburniana que encontró refugio en una residencia para mayores por solo 280 euros al mes, incluidos servicios, destacan como un fenómeno atípico pero revelador de las crisis habitacionales globales.

 De una ruptura a una residencia  

La protagonista, cuya identidad se mantiene en reserva, ha relatado a Business Insider cómo una ruptura sentimental la dejó sin hogar y con pocas opciones en un mercado donde alquilar un piso de dos habitaciones en Melbourne cuesta entre 2.800 y 3.200 dólares australianos (1.570-1.800 euros). Tras dos meses en un Airbnb insostenible económicamente, su tía (residente en una villa para jubilados) le sugirió postularse para una plaza vacante. "Aunque dudé por el ambiente, presenté una carta explicando mi situación. Seis semanas después, me aceptaron", cuenta.

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Una residencia de ancianos

El complejo, descrito como una "comunidad intencional", dista de las residencias geriátricas tradicionales. Con casas independientes, áreas comunes como piscinas y gimnasios, y actividades sociales, se asemeja más a los modelos de cohousing europeos, donde la convivencia y la autonomía son prioritarias. "Mis vecinos, todos mayores, me ayudaron a montar los muebles. Ahora compartimos cafés, bingo y conversaciones interminables en el porche", detalló la mujer, quien destacó cómo esta dinámica ha mejorado su salud mental: "Es un refugio frente a un mundo hiperconectado y acelerado".

 El modelo de Australia  

Australia lidera innovaciones en viviendas colaborativas, con proyectos como los Green Care Farms o las Dementia Villages, que combinan atención médica con entornos domésticos. Sin embargo, el acceso sigue siendo limitado. "Solo el 7% de las residencias australianas admiten a menores de 65 años", explicó Paul Sadler, consultor de gerontología, en The Guardian.

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Sidney, Australia

La flexibilidad que permitió a esta mujer instalarse es aún una excepción, aunque refleja una tendencia creciente: según la Aged and Community Care Providers Association, el 12% de las nuevas solicitudes en 2025 provienen de personas menores de 50 años afectadas por crisis habitacionales.

 Lecciones para España  

Mientras en Australia el debate se centra en ampliar estos modelos, en España, donde el precio del alquiler supera los 20€/m² en ciudades como Madrid o Barcelona, las alternativas son escasas. Expertos como Miguel Córdoba subrayan que la falta de viviendas asequibles obliga a replantear soluciones: "Las residencias intergeneracionales podrían ser una respuesta, pero requieren cambios legislativos y financiación pública".

La melburniana resume su experiencia con un consejo: "La próxima vez que veas una residencia de mayores, pregunta por plazas. Nunca sabes qué puertas pueden abrirse". Su historia, más que una anécdota, es un síntoma de un sistema que obliga a reinventar el concepto de hogar.