Pere Aragonés rompía ayer la baraja y revolucionaba más si cabe la convulsa política española con un precipitado anuncio de nuevas elecciones en Cataluña para el próximo 12 mayo.Un adelanto electoral que no solo va a condicionar la vida política catalana durante los próximos dos meses, también la nacional y por extensión, el panorama económico patrio.

"Habrá amnistía y habrá presupuestos", repetía hasta ayer Pedro Sánchez sin contar tan siquiera con el apoyo de sus socios, entre ellos Puigdemont, a las cuentas del Estado para 2024.

Un mensaje de optimismo que ayer finalmente se torcía. Aunque el gobierno se haya afanado en transmitir que la estabilidad no está en juego, lo cierto es que los presupuestos han sido tocados de lleno: se han evaporado y eso tiene muchas aristas y muchas implicaciones también para nuestro bolsillo porque ahora nos vemos obligados a revivir las cuentas del pasado año.

La importancia de unas nuevas cuentas

"Que ahora este gobierno diga que prorrogar los presupuestos no tiene importancia es de chiste", aseguraba en este sentido Carlos Herrera.

Recuerda el comunicador que cada año "hay que actualizar esas cuentas porque las nuevas, deberían incorporar medidas fiscales para cumplir exigencias de Bruselas". Porque en ello está en juego la última entrega de los fondos europeos.

Impuesto a la banca y energéticas, en el limbo

Y es que esos presupuestos malogrados debían de poner las bases para "duplicar el peso del gasto en defensa, alcanzando el 2% del PIB". Un gasto que hay que ir incrementando "poco a poco" y que prorrogando los de 2023 no se puede hacer. Y eso es algo "fundamental en un contexto del tercer año de guerra en Ucrania, con Vladimir Putin amenazando ya directamente a Europa y con Donald Trump diciendo que como sea presidente otra vez va a pedir a Putin que haga lo que quiera con los miembros de la OTAN que como España, están por debajo del 2% del gasto militar".

Impuesto a la banca, en el limbo

Pero hay más. El famoso impuesto extraordinario a la banca y a las energéticas, también se queda en el limbo. En cualquier caso, matiza Herrera, "lo mismo los clientes de ambas lo agradecemos porque nos podremos liberar de que nos lo repercutan con una subida de precios finales".

Además, el impuesto a la banca puede suponer, afirmaba hace tiempo el comunicador, la contracción del crédito. "Se va a mirar con lupa y ver de qué manera la concesión de una hipoteca".

En las energéticas "vamos a ver cuánto dinero del que no se ingresa no se va a dedicar a la investigación en términos de energía, que es tan sumamente importante e imprescindible".

Ahora Hacienda se enfrenta a un pastel importante. "Deberá de buscar otra fórmula para aprobar esos dos polémicos impuestos, si no quiere que le caigan en 2025".

Y por último, y no menos importante, "lo que también se debía articular en los presupuestos es la famosa condonación de la deuda". "Acuérdense que para perdonar a los separatistas una parte importante de lo que han malgastado, también prometieron perdonar un poquito a los demás territorios", explicaba Herrera.

Ahora queda en el aire "y deberán estudiar hacerlo a través de la reforma de la financiación autonómica, que es un proceso mucho más farragoso".

"El sector productivo, un cajero automático infinito"

En cuatro años, el actual Gobierno ha creado el impuesto a las grandes fortunas, el impuesto a la banca, a las eléctricas y el nuevo gravamen para las rentas del capital. Nuevos tributos que para el experto en economía Marc Vidal, supone que "cada euro recaudado es un euro menos para innovar en las empresas, salarios, y crear empleo de calidad".

En su opinión, la izquierda "considera que el sector productivo es un cajero automático infinito al que podemos extraer continuamente dinero, pero los impuestos son transacciones sin contraprestación directa a través de los cuales los ciudadanos y empresas le dan un dinero al Estado a cambio de que lo gestione más o menos bien".

Reconoce que la imagen que estamos dando de país "inestable, donde la política no lidera nada", setraduce en "pérdida de productividad, en un empleo precario, en el desplome de nuestra industria, en la caída de la inversión externa, en el incremento del riesgo de exclusión social y de pobreza y en la falta de expectativas para los jóvenes que se van de España en cientos de miles cada año".

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