VÍCTOR DEL ÁRBOL (Entrevista)
Víctor del Árbol: La desmemoria es uno de los grandes problemas de este país
El escritor barcelonés Víctor del Árbol, que acaba de publicar su última novela, "El hijo del padre", un thriller psicológico y generacional que atraviesa toda la historia española del siglo XX, piensa que "la desmemoria es uno de los grandes problemas de este país".,El protagonista de "El hijo del padre" (Destino) es Diego Martín, ejemplo orgulloso del ascensor social, nacido en una familia de inmigrantes extremeños y andaluces llegados a la Barcelona de los
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Jose Oliva
El escritor barcelonés Víctor del Árbol, que acaba de publicar su última novela, "El hijo del padre", un thriller psicológico y generacional que atraviesa toda la historia española del siglo XX, piensa que "la desmemoria es uno de los grandes problemas de este país".
El protagonista de "El hijo del padre" (Destino) es Diego Martín, ejemplo orgulloso del ascensor social, nacido en una familia de inmigrantes extremeños y andaluces llegados a la Barcelona de los años 50, que ha dejado atrás su pasado en la periferia invisible del barrio obrero de Torre Baró.
Del Árbol subraya que el protagonista "intenta huir de su procedencia, y se equivoca, puesto que le debe mucho a su padre en el carácter que tiene, y en vez de aceptar ese pasado, lo niega porque lo que quiere, como todos, es ser aceptado".
Diego se mueve en un ámbito universitario, de gente que lo ha tenido todo muy fácil, que no entiende el sufrimiento, el hambre, las ratas, y esa es la razón de ocultar sus orígenes: "Vive en un fingimiento continuo hasta que aparece Martin Pearse, el enfermero que se ocupa del gran secreto que Diego oculta a todo el mundo, su hermana Liria, ingresada desde hace años en un centro psiquiátrico".
Al igual que para Diego, "la desmemoria es uno de los grandes problemas de este país, hay que avanzar sabiendo de dónde venimos, pero viendo las noticias parece que hemos olvidado que todo esto no es nuevo, excepto la pandemia, aunque antes había otra pandemia, que era el hambre".
Llevado ese análisis a la situación de Cataluña, Del Árbol, que antes que escritor fue mosso d'esquadra, señala que "el independentismo no es un fenómeno de ahora, los conflictos políticos, culturales y lingüísticos entre Cataluña y España existen desde el siglo XVIII, desde el XIX, desde principios del XX, siempre emergen".
Y añade: "¿Por qué emergen movimientos políticos como Vox?, seguramente porque existe un pensamiento enraizado en una parte de la sociedad española que siempre ha pedido 'ley y orden' y existe otra parte que ha entendido como democráticas las ideas de la libertad o los derechos".
El autor, ganador del Premio Nadal en 2016, intenta explicar la evolución de España a través de los hombres de los Martín y de sus antagonistas, la familia Patriota, símbolo de los señoritos y del latifundio del sur.
La vida de los Martín, recuerda el autor, se fractura en los años 50 con la emigración desde Extremadura a la Barcelona de Porcioles (alcalde de la ciudad condal de 1957 a 1973) para trabajar en la industria y lo que conlleva de "desarraigo, de reinvención del espacio íntimo y de conflictos familiares".
Para dar una vuelta al género negro, Del Árbol presenta el crimen en la primera página del libro: "Martín confiesa el asesinato de Martin Pearce y todo el resto es el porqué, el cómo y el cuándo".
Víctor del Árbol se confiesa admirador de una serie de "novelas referenciales", que han marcado una época y han fijado el retrato de un espacio geográfico: "Últimas tardes con Teresa", de Juan Marsé, "Donde la ciudad cambia de nombre", de Paco Candel, o el clásico "Los Santos Inocentes", de Miguel Delibes, y como éstas, ha intentado "fijar un tipo de novela generacional".
Trata de explicar la vida de una generación como la suya, cuya "patria chica" era la calle, el barrio, invisible para la gran ciudad, que se construyó a partir de la emigración en ciudades como Madrid, Bilbao o Barcelona.
Para expresar esa idea recurre a la relación de un hijo con su padre, aunque se hable de cuatro generaciones, que "transitan todas por el mismo dolor, la misma culpa, que se hereda, a pesar de que el protagonista intenta desembarazarse de ella".
Diego tiene una vida envidiable, pero "tiene una cara B, de la que nadie conoce nada, porque para triunfar decidió dejar atrás sus raíces, niega a su padre, a su abuelo, su pueblo, a su pasado en la Casa Grande, la casa de los Patriota, que con el tiempo había comprado el padre de Diego".
El propio Del Árbol pensó durante mucho tiempo que había que dejar atrás al padre, pero "ahora pienso todo lo contrario".
En la novela, hay varios narradores: "Diego Martín, que cuenta en primera persona su versión de la historia, y al mismo tiempo hay un narrador omnisciente, frío, que no juzga y que contrapesa su verdad".
El objetivo del autor es reivindicar "esa generación que tuvo que reinventarse tras dejar el mundo rural, donde la solidaridad de la gente era poderosa", para caer en el anonimato de una gran ciudad.
"Quería reflejar esa época no solo como un espejo en el que se miren los de mi generación sino que expliquen a las generaciones que vienen detrás, la de mi hija, quiénes somos nosotros", repone.
Víctor del Árbol huye también del tópico de las dos Españas, que se podría identificar con los Martín y los Patriota -"ni una es franquista, muy conservadora, católica ni la otra es republicana"-, simplemente una minoritaria nace con privilegios y otra mayoritaria quiere acceder a ese privilegio, y "esa dicotomía es el motor del cambio social".
Añade que cuando se profundiza en la intrahistoria familiar, "uno se da cuenta de que tiene poco que ver con la ideología, y más con el carácter, las simpatías y las antipatías que arrancan desde la niñez".



