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David Jiménez y la "vida íntima" del reportero de guerra en "El corresponsal"

Miguel Ángel Dávila

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 15:29

Miguel Ángel Dávila

El periodista y exdirector del diario El Mundo David Jiménez se mete en la "vida íntima" de los corresponsales de guerra que cubrieron la llamada Revolución del Azafrán en Birmania en 2007 en "El corresponsal", un conflicto del que informó y que le marcó.

Escribir esta novela era una idea que Jiménez tenía en mente desde hace "muchos años" porque el también autor de "El director" buscaba plasmar en una historia su experiencia como corresponsal, según dice a Efe en una entrevista.

"Es mi experiencia durante veinte años de reportero cubriendo conflictos, revoluciones, desastres naturales... y al final te da una gasolina creativa que se va acumulando; pero me faltaba una buena historia de aventuras sobre la vida íntima y el mundo de los corresponsales y los reporteros de guerra", explica.

En concreto, la trama se sitúa en Birmania en 2007, año en el que el pueblo se alzó contra la Junta Militar, una información que cubrió el periodista (Barcelona, 1971) y que le "marcó": "por una parte, es un lugar inmensamente bello y fascinante con una gente maravillosa y, por otro lado, un régimen totalitario que tiene aplastado a ese pueblo".

Y, sobre este escenario, Jiménez dibuja a los personajes de "El corresponsal", entre los que destacan los reporteros que ha creado a partir de sus vivencias y que ha retratado como profesionales que pueden hacer "cosas increíbles como jugarse la vida para contar una historia y luego traicionar a un compañero".

Respecto a los protagonistas, Jiménez ha elegido a Daniel Vinton, un veterano periodista que debido a los conflictos que ha cubierto ha visto lo más oscuro del ser humano y tiene una visión desencantada del mundo, y a Miguel Bravo, un antagonista de Vinton por su idealismo de juventud y que se estrena como corresponsal de guerra en Birmania. La relación entre ambos y su evolución constituyen un punto clave de la historia de la novela.

"Creo que es imposible cubrir guerras, desastres naturales e injusticias durante muchos años y no sentirte desencantado con la naturaleza humana, con el mundo. Al final la mochila del reportero es muy pesada y cada una de esas coberturas es una piedra más, confiesa.

Pese a sus experiencias profesionales, Jiménez da lugar a la esperanza.

"El corresponsal -añade- no podría seguir haciendo su trabajo si no dejara una puerta abierta a la esperanza. Es muy difícil irte a un país lejano y jugarte la vida si no crees que realmente tu trabajo va a servir para algo. Por lo menos, yo me convencí a mí mismo en cada una de mis coberturas de que no iba simplemente a hacer un trabajo y a cobrar un sueldo, sino que necesitaba creer que lo que iba a hacer iba a servir para algo".

Para Jiménez, el periodismo de guerra que retrata en esta novela ha "cambiado" y lamenta que hace años él disfrutaba de unas condiciones de trabajo "mucho más favorables", tanto económicas como de seguridad. Algo que "ahora o no existen o son muy pocos los que las conservan".

El periodista concluye con una queja: en España no se "valora a los reporteros, tristemente se valora más a un tertuliano que a un reportero de guerra, tiene más presencia en los medios y está mejor pagado". EFE

ma/pmv/acm

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