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El conjunto megalítico de Guadalperal, mucho más que un dolmen de granito

Mario Ramos

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 15:23

Mario Ramos

Los trabajos de reconocimiento y estabilización del dolmen de Guadalperal, un conjunto megalítico localizado en la zona inundable del embalse de Valdecañas, avanzan a buen ritmo y "pronto darán sus frutos", todo ello en el marco de una investigación que también busca posibles restos de ocupaciones por parte de poblaciones en la zona de hace unos seis mil años.

Se trata de una pieza de gran importancia que hay que analizar minuciosamente para que en un futuro próximo se puedan esclarecer las incógnitas que rodean a este dolmen", ha afirmado la directora general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, María Dolores Jiménez, que este martes ha visitado este conjunto megalítico junto a la consejera extremeña de Cultura, Nuria Flores.

De hecho, el Ministerio de Cultura y Deporte incoó a principios de este año un expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de zona arqueológica, a favor de este dolmen, ubicado en el término municipal de El Gordo (Cáceres).

La actividad arqueológica está coordinada por el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), bajo la dirección científica de la Universidades de Alcalá de Henares y Complutense de Madrid, con la colaboración del Museo Nacional de Arqueología Subacuática, la Junta de Extremadura y la Confederación Hidrográfica del Tajo, entre otras entidades.

Las tareas de investigación que están llevando a cabo los expertos versan sobre la realización de sondeos para detectar los lugares donde aún pudiesen quedar restos de las ocupaciones más antiguas.

Según la catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares, Primitiva Bueno, estos trabajos están integrados en un gran proyecto de recuperación de un territorio antiguo que creen que podría haber coexistido en el tiempo junto al dolmen.

Tratamos de entender desde el punto de vista arqueológico cómo funcionaba ese paisaje, como la gente vivió en esta zona hace seis mil años; también pretendemos entender cómo se relacionaban entre ellos y qué tipo de materias primas trajeron de otros puntos de la península, ha asegurado el arqueólogo y profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense, Enrique Cerrillo.

Cerrillo ha insistido en que se trata de un trabajo de investigación que implica el análisis de fuentes antiguas, así como cartografía antigua, con el fin de reconstruir cómo era el paisaje antes de que el embalse de Valdecañas "lo inundara todo".

Gracias a ello podrán saber si este dolmen formaba parte de otras estructuras o poblados cercanos.

Desde el punto de vista de la conservación, las tareas han ido enfocadas en la realización de catas para ver cómo se comporta la piedra cuando está sumergida y cuánto tarda la misma en ser cubierta por los distintos microorganismos del agua del embalse.

Se está haciendo un análisis en el Instituto de Patrimonio Cultural de España, y en cuanto tengan resultados les permitirá avanzar en la conservación, ha explicado la subdirectora general del Instituto del Patrimonio Cultural de España, Ana Cabrera.

El Ministerio de Cultura y Deporte finalizó el pasado año la primera campaña de prospección subacuática de este dolmen y de la antigua ciudad romana de Augustóbriga, los sitios arqueológicos ocultos bajo las aguas del embalse.

Dichos trabajos permitieron obtener datos mediante una batimetría de detalle, con el apoyo de un sondador multihaz y un sonar de barrido lateral, para obtener una topografía tridimensional de ambos yacimientos subacuáticos y de su entorno.

Al mismo tiempo se continuaron realizando estudios de la parte terrestre del dolmen, iniciados en septiembre de 2019, después de que el bajo nivel de las aguas del embalse permitiera que aflorara el yacimiento arqueológico.

Y es que la situación del dolmen dentro del embalse determina que esté sumergido de forma casi permanente y aflora solo en períodos de sequía prolongada o con motivo de los desembalses consecuencia de los acuerdos suscritos entre España y Portugal para la regulación del caudal del río Tajo.

No obstante, su "aparición" no es tal, pues se sabía de su presencia en el fondo del embalse desde principios del siglo XX cuando fue analizado por el paleontólogo alemán Hugo Obermaier.

Las acciones actualmente planificadas, algunas en avanzado grado de ejecución, contemplan la contextualización histórica del bien, la toma de muestras de materiales para definir la cronología del yacimiento y la estabilización de la estructura del conjunto megalítico como medida adicional de protección.

Se trata de un lugar de enterramiento de gran tamaño del que en la actualidad se conservan 140 piedras en pie, la cámara tiene forma oval y tiene un diámetro de 5 metros y el corredor un ancho de 1,40 metros.

Actualmente queda un centenar de piedras de granito, muchas de ellas en pie aunque muchas otras yacen ahora tumbadas.

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