La primera vez que Paula Gonzalvo se subió a un barco después de preguntar si la llevaban al otro lado del Atlántico fue en 2014. Lleva, por tanto, tres años practicando barcostop, "el primer barco que me coge era un velero en el que navegamos cinco personas cruzando el Atlántico y solo el capitán sabía navegar".

"En América cuando conseguí un trabajo como cocinera en Panamá vi que podía navegar y trabajar al mismo tiempo y estoy feliz", ahora Paula combina periodos en los que navega a la vez que trabaja y momentos en los que viaja, siempre practicado barcostop, viviendo de sus ahorros. "Ahora lo quiero combinar con trabajo, ahora voy trabajando por temporadas y el resto del tiempo vivo de ahorros, pero gasto poco" revela la joven que se considera afortunada por la suerte que ha tenido hasta el momento y porque "cruzando el Atlántico he tenido suerte y no me he encontrado ninguna tormenta fuerte".

¿Cómo convences a alguien de que te quieres enrolar en su barco? "Con la palabra, no hace falta tener experiencia náutica, pero el capitán si quiere saber quien es esa persona y tienes que convercerles".

Hasta ahora muchas personas viajaban sin sacar un solo billete de autobús, haciendo autostop, ahora, como demuestra el testimonio de Paula, se pueden surcar los mares sin necesidad de sacar un billete de barco.