Celoso por las almas, muestra gran acogida hacia los indigentes. Pronto mandará construir el templo en honor de San Teonás, el más grande de Alejandría. Por entonces surgen dos personajes contrapuestos: San Atanasio y Arrio. El primero es un fiel servidor de la Iglesia, mientras el segundo empieza a difundir la doctrina herética, denominada arrianismo que niega la divinidad de Cristo. Esto hace que el patriarca tenga que tomar cartas en el asunto, interviniendo el propio Emperador Constantino al ver que, tanto Eusebio de Nicomedia, como Eusebio de Cesarea, escritores eclesiásticos, aceptan tal desviación doctrinal. Lo que se toma como una mera discusión, terminará por ser un grave problema, que se resolverá en el Concilio de Nicea. En él, se proclamará la Fe en Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Un año después, muere Alejandro, tras haber clausurado el Concilio. Iconografía: Se le representa con un libro, símbolo de sus predicaciones y exhortaciones como Obispo. Otros Santos: Néstor, Porfirio y Paula.