Haverhill, una pequeña población en el estado de Massachussets (EEUU). Es de noche, y Christina Simones, de 23 años, y su hijo Cameron, de 18 meses, duermen plácidamente. De repente, en mitad de la noche, suena la alarma anti-incendios. Christina sale de la habitación y se encuentra el apartamento en llamas con una densa nube de humo tóxico. Sin pensarlo dos veces, coge al pequeño Cameron en sus brazos e intenta buscar una salida, pero no la encuentra. Solo hay una opción: el balcón que da al exterior. Sabía que si se quedaban en el apartamento esperando a los bomberos, morirían. No se lo pensó dos veces, la vida del pequeño Cameron estaba en peligro. A pesar de encontrarse en un tercero, a unos 10 metros de altura, Christina se colocó de espaldas a la calle, agarró fuertemente a su hijo, y se dejó caer. El impacto de su cuerpo contra el suelo fue brutal, pero amortiguó el golpe y pudo salvar la vida de su hijo de 18 meses. Con la espalda rota, todavía tuvo las fuerzas suficientes para arrastrarse con Cameron hasta un lugar seguro, mientras los rescoldos del incendio caían a su alrededor. Este acto heroico dejó a Christina con varias vértebras rotas, pero su hijo Cameron solo sufrió heridas leves. Tras una operación de seis horas le comunicaron que no volvería a caminar. Una noticia que hubiese hundido a cualquiera, menos a ella.