El constitucionalismo español llora en estas horas el fallecimiento de Manuel Jiménez de Parga, que fuera Presidente del Tribunal Constitucional y uno de los más prestigiosos juristas españoles contemporáneos. Hombre de una extensa cultura, formado en la concepción clásica del Derecho que se cultivaba en su alma mater estudiantil, la Universidad de Granada de finales de los cuarenta; entregado a la ciencia y al magisterio con sus discípulos y alumnos en las Universidad de Barcelona y Madrid, de las que fue catedrático. Siempre se caracterizó por su bonhomía y su delicadeza en el trato. De su amplia biografía hay que destacar el hecho de que su vocación política se desarrolló en la UCD. Ocupó la cartera de Trabajo en el primer gobierno de la democracia durante los tiempos-clave de la articulación de las relaciones laborales en nuestro país. Las muchas cualidades y aportaciones de Manuel Jiménez de Parga a nuestra reciente historia adquieren un sentido pleno a través de su vocación de servicio, que vivió desde muy pequeño en una familia cristiana. La familia, como uno de los pilares del desarrollo integral de la persona, ha sido una de las claves de la vida de este prestigioso abogado. La familia y su fe cristiana, que nunca negó. Muestra de ello fue su intervención en el noveno Congreso Católicos y Vida pública, que llevaba por título “Dios en la vida pública. La propuesta cristiana”, en la que demostró, entre otras cosas, que el laicismo radical no tiene encaje en las democracias. Descanse en paz.