Los resultados de las elecciones europeas mandan un claro mensaje: los partidos antisistema y euroescépticos suben de forma preocupante. El Frente Nacional en Francia se convierte en la primera fuerza. Y en el Reino Unido y en Italia los populistas son protagonistas. En la Cámara Europea los populares y los socialdemócratas salvan los muebles, pero los radicales suman más del 20 por ciento de los votos. Se impone una coalición de centroderecha y socialdemócratas par Europa, pero ese acuerdo no es suficiente para responder a la profunda crisis que refleja el resultado. Muchos europeos ya  no creen en Europa, han optado por formaciones que rechazan la democracia tal y como la entendemos, y otros se identifican con la xenofobia. Hay que cambiar la construcción de Europa, acercar a los ciudadanos, modificar la forma de hacer política y dar respuesta a una crisis que es, sin duda, antropológica.España no es una excepción en este panorama. La victoria del PP le permite mantener el tipo después de dos años y medio de severos ajustes, pero el panorama es muy inquietante. El PSOE sigue hundiéndose. El bipartidismo ha estallado, y en ese estallido han cobrado fuerza solo opciones de izquierda, o que complicará un futuro gobierno del centro-derecha. Podemos, que obtiene 5 escaños, es el síntoma de una descomposición. Muchos desencantados y muchos jóvenes han abrazado, al votar a este partido, la demagogia antisistema. Todos debemos preguntarnos qué hemos hecho mal.