Hablar de libertad es peligroso
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Actualizado 09 may 2017
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, ha regresado a Madrid tras su visita relámpago a Cuba, donde finalmente no fue recibido por el presidente Raúl Castro, en contra de las expectativas existentes. La razón estriba en el discurso que el jefe de la diplomacia española pronunció en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales sobre la transición en España y que le dio ocasión de defender las libertades democráticas, un desafío a la “corrección” del lenguaje político en el seno de la longeva dictadura comunista. No parece que las señales de “apertura” del régimen cubano en materia económica, que ha permitido el establecimiento de diversas empresas españolas, sean el inicio de una aceptación cercana de otras libertades. El “plantón” de Castro a García Margallo escenifica la persistencia del desencuentro de la dictadura cubana con las grandes democracias. Una lección inmediata que puede extraerse, ahora que el populismo emerge en Europa, es cómo ha sido imposible, a pesar de la caída del muro de Berlín hace 25 años, que las palabras “libertad” y “respeto a la dignidad humana”, se abran paso en los sistemas totalitarios surgidos lejos de Europa. En todo caso, Cuba seguirá siendo para España un país al que estamos entrañablemente unidos por la historia y los sentimientos, aunque con frecuencia hayan sido y sean contradictorios.
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