Merecían un día de gloria, porque se lo han ganado. El deporte es exigencia, la propia y la externa. El deporte es sufrimiento y soledad en los días malos. Tienen lesiones, rachas malas, altos y bajos emocionales. Pero que bonito es cuando se alcanza el éxito y el Odilo no solo lo ha hecho, sino que ha conseguido que todo el mundo quiera volver a ver un partido que en vez de diluirse, va tomando forma cada día, en cada recuerdo y en cada registro que han batido.

Los chicos de Jordi Juste han subido a LEB Oro, pero no es solo subir, es que se han ganado el corazón de los aficionados y de una ciudad que no está acostumbrada a celebrar demasiado. Celebraron el sábado, el domingo y el lunes compartían su alegría con autoridades y fieles.

Mejor jugar que cantar

La fiesta no la ha arruinado ni la lluvia. Quizás haya llovido por la mal tono cantando de algún jugador al que se le perdona todo. Han mostrado su felicidad en la recpeción oficial y su simpatía y su buen rollo desde el bus y en la explanada del Cartgonova. El día ha sido emocionante, porque además ha terminado con un bonito reconocimiento en el Cartagena- Real Oviedo. Ambos equipos y los árbitros han hecho pasillo y han aplaudido los méritos innumerables que han hecho estos chicos. Una familia que ha triunfado.

Aunque han ganado mucho son un ejemplo de superación, de ambición y de perseverancia y han practicado un baloncesto que quedó redondo en la remontada de Zamora. Tiempo habrá de ver quienes siguen y quienes no, porque ahora se merecen seguir disfrutando porque con esa forma de sufrir y de subir, ahora la fiesta debe seguir hasta que los cuerpos aguanten. La ciudad se rinde a los nuevos y eternos héroes del baloncesto.