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El mensaje de Jon Uriarte a los que se saltan la cuarentena: "Que sean señalados, por imbéciles"

La carta de Jon Uriarte a quienes se saltan el confinamiento, importándoles muy poco los demás

La carta de Jon Uriarte a quienes se saltan la cuarentena

 Jon Uriarte, periodista y comunicador de COPE

Jon Uriarte

Comunicador

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 20:29

Es una carta, pero vosotros sois más de megáfono. De ultimátum policial, multa, y si ese día os  ponéis cabezones, sentencia de cárcel. No aprendéis de otra manera. Pero estamos en un estado de derecho y optaré por el texto educado. O no. Que estas teclas las carga la ira. Tal cual. Ese es mi estado. Nace del hartazgo. De ver como hay más tontos que botellines. Tontos, eso sí, que se creen listosPor eso se saltan el confinamiento pensando en que el resto somos un rebaño de lerdos. Que nos quedamos en casa por gusto o por falta de ganas. Veo por la tele los controles policiales y me pregunto si pensabais que no iba a pasar nada. Y, lo que es peor, que por el hecho de esquivar a la policía o enseñar un pase de trabajo para acabar en el lugar de veraneo, sois seres superiores. No ahondaré en detalles, pero por varios motivos podría haber driblado el confinamiento. No me hubiese costado obtener permiso de mi empresa, ya que sigo trabajando, y mi carnet deja claro que vivo a 380 kilómetros del lugar en el que estoy confinado y quizá necesite regresar a casa a cuidar de mi madre o de un familiar enfermo. Pero hay algo que se llama responsabilidad. Soy muy ácrata en otros asuntos. En cambio en este aplico el sentido común. No me he movido. Por eso quiero deciros un par de cosas.

Resultáis suficientes como para que todo lo que estamos haciendo no sirva de nada.

Me importa un bledo que el coronavirus os lleve a la tumba. Nunca fui un santo y ahora menos. Que me emocione con los aplausos de cada día, que tenga la lágrima fácil y que daría lo que fuera por abrazar a desconocidos por la calle no significa que acepte la imbecilidad. Esa que lleváis como bandera. Porque no es otra cosa. Bueno sí. Egoísmo. Os importa una mierda el resto del planeta. Estoy bien y hago lo que me sale del níspero. Perfecto. Si no fuera porque podéis transmitir el virus y que acabe muriendo gente inocente. Personas que ni siquiera os conocen. Pero, por desgracia, es esa es la clave. Sois potenciales bombas víricas. No me refiero a vuestra manifiesta estulticia. Aunque también se contagia y apunta a pandemia eterna. Sino a que podéis no tener síntomas del virus, como yo, pero tenerlo. Por eso, queridos idiotas, nos quedamos el resto en casa. Solo os diré que mi madre siempre dice que a mi nunca se me caerá la casa encima. Me gusta el aperitivo largo, disfrutar de una buena mesa con amigos y brindar hasta con los desconocidos. Pero entiendo, como el 90% de la población, que hay que quedarse bajo techo y recluidos. El problema no es que seáis muchos. Que lo sois en este caso. Sino que resultáis suficientes como para que todo lo que estamos haciendo no sirva de nada. Las muertes de seres queridos de miles de personas os importa un bledo. La pérdida de puestos de trabajo, los ERES, los ERTES, los “inertes” y las rebajas de sueldo os dan igual. Que todo ese esfuerzo, del que habrá que hablar cuando todo esto acabe, os entra por una oreja y os sale por la otra. Yo quiero ir de vacaciones o a dar una vuelta y que le den por el saco al mundo. Ese es vuestro lema. Y estoy siendo suave. Que cada cual ponga los adjetivos que quiera. Cargados de enfado, por cierto. Porque no sé si sois conscientes de que somos legión. Y que si mañana os impiden la entrada en el pueblo de turno o acabáis multados en mitad de la carretera y obligados a dar la vuelta en un control policial, abriré una botella y lo celebraré como si fuera nochevieja.

Propongo que... los que pretendan esquivar la cuarentena, que por su culpa podría ser más larga y peor, sean señalados.

No hace falta decir que en esto, como en todo, la lógica aplicada es la clave de todo. Una cosa es que tenga que aguantar a una señora  gritando desde mi edificio de enfrente a todo el que pasa por la calle como si fuera un criminal y al grito de-¡Vete a tu casa!-y otra que miremos para otro lado cuando hay una falta de cuarentena evidente. Ojo, lo de la señora es tal cual. La típica amargada que se pasa el día en el balcón buscando a quién gritar. Debe ser de la tribu de quienes gritan a las familias que sacan a sus hijos autistas a pasear, porque son incapaces de ver lo evidente y la necesidad de esas personas. O a creer en la presunta inocencia. Que quizá sales por algo o para algo. Pero no hablo de eso. Sino de los jetas. Por eso propongo desde estas líneas que los listos y las listas que pretendan esquivar la cuarentena, que por su culpa podría ser más larga y peor, sean señaladosNo solo por delincuentes. Que lo son, según dicta el Estado de Alarma. Sino por imbéciles. Lo siento, pero ya no los aguanto.                  

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