La principal razón por la que la gran mayoría de los políticos de la Transición querían que España formara parte de la Unión Europea, entonces la Comunidad Económica Europea, es porque era un club que garantizaba la democracia, porque no había marcha atrás y alejaba el riesgo de cualquier involución a un sistema dictatorial, ya fuera de izquierdas o de derechas.

Hoy tenemos la prueba. Al más mínimo movimiento del Gobierno en dirección a coartar la libertad de los jueces o la separación de poderes, la Unión Europea, suavemente pero con una presión constante, ha obligado a Moncloa a dar marcha atrás. El Ejecutivo retira su reforma del Consejo General del Poder Judicial. Que habrá que cambiar la Ley para garantizar la renovación en plazo y tiempos? Sí, pero no presionando de tal forma que dejemos amordazados a los jueces.

La presencia de Bruselas es constante y la amenaza no es solo la de los fondos europeos que tienen que llegar a España. Nos dijeron que nos iban a dar 72.000 millones de euros para hacer reformas, inversiones y no va a ser a cambio de nada porque los que ponen ese dinero, que en parte serán los españoles, tienen que garantizarse que después lo recuperarán.

La reforma de la Administración Pública, la reforma de las pensiones, la reforma laboral o la fiscal están en marcha y por muchas promesas que veamos se tienen que hacer de acuerdo a unos criterios que garantices una transformación absoluta de la economía española para hacerla competitiva. Más de cien reuniones se han producido en Bruselas, y las que se producirán. Quizá tengamos que esperar a que pasen las elecciones madrileñas para ver en qué queda todo esto, que quedará en algo. No nos quepa la menor duda.