Santoral

Inmaculada Concepción de la Virgen

Madre y Patrona de España, es uno de los Dogmas Marianos más entroncados con la Historia de la Salvación

Muchas de las celebraciones del Calendario Litúrgico hace alusión a los Misterios Principales de nuestra Fe y están interconectados con ellos. Dentro del Tiempo de Adviento, hoy celebramos la Inmaculada Concepción de la Virgen, uno de los Dogmas Marianos más entroncados con la Historia de la Salvación.

Fue en 1854 cuando el Papa Beato Pío IX proclamó la Bula Ineffabilis Deus en la que proclamó de Fe Divina y Revelada que La Santísima Virgen María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su Concepción, en el seno materno. Esta realidad ya queda prefigura cuando el Señor dice a la serpiente en el paraíso: “Establezco hostilidades entre ti y la mujer. Entre tu estirpe y la Suya. Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”.

María, Tabernáculo del Altísimo, es preparada por el Espíritu para fecundar en sus entrañas al Verbo de Dios, al Salvador de la humanidad. Dentro de la historia de esta Verdad antes de su proclamación como Dogma, nos vamos a la antigüedad, ya que el rey Wamba mostró su fervor a la Virgen Inmaculada.

Apoyándose en las palabras de San Pablo cuando presenta a Cristo, Nuevo Adán, y María Nueva Eva, San Ireneo de Lyón profundiza en ello de la misma forma que San Hipólito o San Ambrosio. A finales del siglo XVI tuvo lugar el milagro de Empel en los Países Bajos donde se atisba la futura declaración Pontificia de María Inmaculada como Patrona de España. Los tercios de Flandes quedaban en desventaja frente a la Escuadra holandesa que les fue sitiando hasta que les asedió.

Pero aquella noche, recluidos en Empel, un soldado español vió en aquel bloque de hielo una Imagen de la Virgen a la que se encomendó y animó a hacerlo a todo el Ejército Español, que atacó por sorpresa al enemigo derrotándole. Por esto y por el sentir del fervor popular español que pidió al Papa definir esta Verdad, le fue concedido el Patronazgo de María Inmaculada sobre España junto al Apóstol Santiago. Por eso cada 8 de diciembre, España por un privilegio celebra de color azul, en honor a María Inmaculada, cuando en el resto del mundo es blanco.


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