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Los Caminos del Señor llevan siempre por sendas insospechadas, en bien de las almas para ayudarles a alcanzar el camino de perfección. Hoy es Santa Juan Francisca de Chantal que sintió la Mano de Dios en todo momento. Nace en Dijon (Francia) en 1572. Hija del presidente del Parlamento de la Borgoña, hereda de su padre una Fe recia que le curte espiritual y humanamente, en un momento donde son frecuentes las guerras de religión.
El apellido se le da el barón con el que contraerá matrimonio. Madre de seis hijos, perderá a dos de ellos. Pero la prueba continúa, porque su esposo también morirá cuando ella cuenta con 28 años. Detrás de ella, deja una estela de compromiso cristiano, plasmado en la esmerada educación que dio en el hogar. Sin embargo, la pérdida de algunos de sus seres más queridos, le hace buscar consuelo y desahogo en el confesionario.
Incluso la necesidad se hace mayor cuando su suegro le recluye en el Castillo familiar obligándole a vivir allí. De lo contrario desheredaría a sus hijos. En ese momento, aparecerá un religioso insigne, cuya predicación toca en su corazón: San Francisco de Sales. La santidad de vida que destila hace que Juana le tome como director espiritual. Así nota cómo Dios le libra de todo temor y escrúpulo, renovándole la conciencia por completo.
Es ahora cuando la Providencia le marca el camino de la vida consagrada. Situando a sus hijos bien dentro de la sociedad, funda la Orden de la Visitación, dedicada a asistir a aquellas mujeres de frágil salud. Posteriormente serán de vida contemplativa. También recibirán el nombre de salesas debido a San Francisco de Sales que había sido su apoyo espiritual.A la muerte de su confesor, se centra más en el carisma salesiano. Santa Juana Francisca de Chantal muere el año 1641.