Santoral

Santa Catalina de Suecia

Religiosa sueca y monja brigidina venerada como santa por la Iglesia católica

La Cuaresma implica la oración, penitencia y misericordia para llegar con gozo a la Pascua. Sin essos tres requisitos es imposible vivir una auténtica etapa de conversión. Hoy recordamos a Santa Catalina de Suecia, cuyo camino de acercamiento a Dios discurrió por este itinerario. Nacida en torno al año 1331, fue la cuarta de ocho hermanos en un matrimonio, que la entregó a las monjas de Riseberga.

Casada con el conde Egar Lyderson, ambos esposos ayudaron a cristianizar el ambiente noble de ese momento, imbuido en el más absoluto paganismo y consiguiente alejamiento de la Fe. Cuando marcha a Roma se encontrará con su madre que le comunica la muerte de su consorte, situación que se entremezcla con sus deseos de fundar una Orden que repare las muchas ofensas de los hombres a Dios.

Catalina, ya viuda y dispuesta a padecer por Cristo, siente cómo la Virgen le saca de su situación anímica de decaimiento. Madre e hija emprenden un periodo largo de Oración y penitencia, rechazando cualquier pretensión al matrimonio, marchando a los Santos Lugares con el objetivo de profundizar en toda la Vida del Señor. Al regreso, muere la madre, que será sepultada en la Iglesia de San Lorenzo, en un primer momento, para pasar después a su tierra natal.

El viaje se torna con grandes conversiones de cuantos conocen la vida de aquella mujer cuya hija se ha entregado, por completo, a la causa del Reino de los Cielos. Un segundo viaje a la Ciudad Eterna iniciará, tras estar en el Monasterio de Vadstena. Su idea es adelantar el proceso de beatificación de su madre y la aprobación de la Congregación fundada por ella, denominada del Santísimo Salvador. Santa Catalina de Suecia muere en Vadstena el año 1381, cuando retorna de la Ciudad Eterna.

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