Santoral

Santa Beatriz de Silva, servidora de María Inmaculada

Fue canonizada por el Papa San Pablo VI el 3 de octubre del año 1976

Hay grandes mujeres que han marcado una huella en la historia por su santidad y su vida. Ya dice la Escritura en el Antiguo Testamento: “Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Hoy celebramos a Santa Beatriz de Silva, una de esas grandes mujeres. Su padre había luchado en el siglo XV en la conquista de Ceuta, a las órdenes del capitán Meneses, casándose con su hija.

Fruto de este matrimonio, nacerán once hijos, siendo canonizados Beatriz y Amadeo. Posteriormente el rey Don Juan I ofreció a su padre la Alcaldía de Campomayor, ciudad fronteriza dentro de los límites de España. En ese lugar los once hermanos recibieron la más esmerada educación en la Fe y en la vida. Cuando el monarca se traslada con la corte a Tordesillas, en Valladolid, las envidias de la reina, llevan a Beatriz a sufrir un encierro en un baúl del que se verá liberada milagrosamente por la Virgen a los tres días.

Ahí se nota la Cruz de cada día que hay que saber llevar, además de la ayuda del Señor para conseguirlo. Así llegará al Convento de Santo Domingo el Real en Toledo, donde vive en la más absoluta soledad, buscando el olvido, hasta que funda con un grupo de doce compañeras que le siguen, la Orden de la Inmaculada Concepción, aprobada por el Papa Inocencio VIII, en la Bula “Inter Universa” en 1489.

Poco tiempo pudo dirigirla como Madre Superiora, ya que Santa Beatriz de Silva muere después de haber tenido una revelación de la Señora y Reina de los Cielos, a la que tanta devoción siempre profesaba. Su obra desde este carisma contemplativo se extendió por todo el Viejo Continente y América, contando con más de 150 monasterios cuando fue canonizada por el Papa San Pablo VI el 3 de octubre del año 1976.

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