SANTORAL 4 DIC

El hombre que defendió la humanidad de Jesús con su inteligencia

Juan iba camino de convertirse en recaudador de impuestos. Pero Dios ve en él un hombre sabio para defender la fe. 

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No es casualidad la celebración de algunos Padres de la Iglesia relevantes en este período de Adviento. Muchos de ellos se recrearon en defender la Fe cristiana y el Misterio del Dios que se hace Hombre, muy propio de estas fechas. Su doctrina genuina y su antigüedad les otorgan este título de Padres de la Iglesia. Hoy celebramos en esta jornada a uno de ellos, San Juan Damasceno.

Muchas veces se pierde su vida en el tiempo y cuesta recopilar todos los datos, pero quedan los suficientes como para saber un poco sobre su trayectoria. Juan Damasceno nace en Damasco. Precisamente el sobrenombre revela el lugar donde vino al mundo. Le toca una época en la que los cristianos de esa tierra deben pagar fuertes tributos. Juan lo sabe de sobra, porque su padre es el recaudador de esos impuestos y va por los poblados exigiendo la tasa legal.

Juan va también con el padre, pero pasado un tiempo se aleja de este comportamiento para acercarse a la Fe cristiana. Dios quiere más de Juan y le llama al sacerdocio. Para prepararse, se marcha al Monasterio de San Sabas, Santo al que conmemoraremos mañana. Su fama de hombre espiritual se demuestra por el amor a Jesucristo y a la Virgen. Su profundidad filosófica y teológica le lleva a ser un sabio y erudito.

Los obispos le piden consejo y él pone su sapiencia al servicio de la Fe. Por entonces, tiene ocasión de hacerlo. Sobre todo con Nestorio, el Patriarca que promueve el monofisismo donde dice que Cristo tenía dos naturalezas (divina y humana) pero que la humana ha absorbido a la divina. Y Juan Damasceno tuvo que poner de relieve que Cristo es Dios y Hombre Verdadero y que sus dos naturalezas ni se mezclan, ni se dividen.

También recalcó que las imágenes en la Iglesia son catequesis para los fieles y la devoción hacia ellas nos acerca a Dios, ya que otra desviación eran los iconoclastas que rechazaban el culto a las imágenes. Juan Damasceno es el último Padre de la Iglesia Oriental que muere en el siglo VIII.

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