SANTO 3 OCTUBRE

San Francisco de Borja, servidor del Señor que no pasa

Jesús Luis Sacristán García

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Leemos en la Sagrada Escritura: “No confiéis en los príncipes de la tierra, seres de barro que no pueden salvar. El día que perecen termina sus planes”. Así alude a la confianza en Dios que es la única que salva. El Santoral de este domingo, XXVII del Tiempo Ordinario, nos presenta al español San Francisco de Borja, que tuvo una experiencia vital y trascendental en este sentido.

Nace en Gandía (Valencia) el año 1510 dentro de una familia ducal. Su condición de noble hizo que el Emperador Carlos V, le llamase a desempeñar diversos servicios en su corte. Todos estos cargos los vivió en un clima de verdadero ejemplo, tanto en la vida familiar como en la política. Sin embargo, el Señor le empujó a una vivencia profunda de la Fe, como aquello del joven rico cuando el Señor le indica lo que le faltaba para ser perfecto.

Pues así le sucedió a Francisco de Borja solo que este acogió lo que la Providencia le indicaba. La ocasión se presentó cuando muere la emperatriz Isabel, tocándole a él ir con el grupo de cortesanos que debían llevar a la reina hasta el lugar de su sepultura Al ver el cadáver desfigurada por la muerte, Francisco impresionado exclama: “No volveré a servir a señores que se puedan morir”.

Así se entrega a una vida más inclinada hacia Dios, hasta que en 1546, cuando fallece su esposa, ingresa en la Compañía de Jesús, fundada por el también español, Ignacio de Loyola, tras entablar amistad con los jesuitas Araoz y Fabro. Dentro de los jesuitas, es nombrado superior general, gobernando la Compañía con gran sabiduría y sencillez, e impulsando la expansión misionera de la Iglesia. San Francisco de Borja muere en Roma en 1572, siendo canonizado un siglo después, concretamente el año 1671.


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