El Papa que llegó a la Santidad ayudando a profundizar en la Fe en Cristo Dios y Hombre

Jesús Luis Sacristán García

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Cada vez que nos aproximamos a estas jornadas recordamos aquellos momentos en los que San Juan recoge en el Evangelio el momento en que Caifás, Sumo Sacerdote abanderado del Sanedrín recuerda que conviene que muera un sólo hombre por el pueblo y añade el evangelista que fue el Espíritu quien le inspiró esto porque iba a reunir el Señor con su muerte a todos los que estaban dispersos.

Y el Santoral nos presenta al Papa San Martín I que tuvo que recoger la dispersión de quienes seguían desviaciones doctrinales. Nacido en Tori (Umbría), siendo miembro de la Clerecía Romana, fue elegido Pontífice de la Iglesia Universal el año 649. Durante el Papado, tuvo que condenar la herejía monotelista, que negaba la existencia de dos voluntades en Cristo: la Divina y la humana. 

Promovida por el Patriarca Sergio de Constantinopla, pretende ser una reacción a la desviación de Nestorio, llamada monofisismo que señalaba que, en Cristo sólo había una naturaleza y no dos. De esa manera la naturaleza humana del Señor habría absorbido por la divina. El III Concilio de Constantinopla también hubo de condenar el monotelismo. Derivada del monofisismo, se defiende en el monotelismo que en Cristo hay una sola voluntad que también ha absorbido a la otra.

En este Concilio se definió que Jesucristo tiene dos voluntades: la divina y la humana; por eso es Dios y Hombre, dentro de sus Única Persona, que es la Divina y que sustenta las dos naturalezas. La trayectoria del Papa vino marcada también por el destierro sufrido que le decretó el Emperador Constante. Y es que poner el dedo en la llaga es difícil para quien lo hace y para quien recibe la consiguiente corrección. muriendo el año 656.

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