Nuestra Señora de Loreto, Custodia de las gentes del aire

Sigue su ritmo el Tiempo de Adviento con la segunda velita que se enciende. Que invita a preparar el camino de Señor por boca de San Juan Bautista que aparece como la voz que clama en el desierto. Es el que sigue al dictado las palabras del profeta Isaías al Pueblo de Israel y, en la actualidad, a la Iglesia. Así se proclama en el Evangleio según San Marcos en las iglesias este día. Y hoy, Segundo Domingo de este Tiempo de esperanza, conmemoramos a Nuestra Señora La Virgen de Loreto.

Su significado es “laurel”, y recuerda la historia cómo los cruzados, en los momentos de defensa de los Santos Lugares, hicieron en este lugar una casa semejante a la de Nazaret, trayendo además otras reliquias y objetos sagrados que corrían el riesgo de ser profanados. Otra tradición asegura que fueron los propios ángeles del Cielo quienes, trasladaron la Casita de Nazareth, donde Cristo creció bajo la autoridad de José y María, hasta Italia.

La ocasión se presentó cuando arreciaba el peligro de que fuese destruida por los musulmanes, que se habían apoderado de Tierra Santa. Tan pronto como estuvo la Casa en Loreto, se convirtió en un verdadero centro de peregrinación. Allí se buscaba la paz y la armonía del Cielo, para imitar la vida de Santidad de la Sagrada Familia, prototipo de todas las familias del mundo. Muchos Santos decían que sin cerrar los ojos se sentía la presencia viva de Jesús, José y María.

Dentro de los insignes peregrinos que han visitado la casa de Loreto, para rezar y sentir la intercesión de la Virgen, se encuentran San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga, Santa Teresita de Lisieux, San Juan Bosco, o los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II. Ya que los ángeles la transportan por el aire, esta Advocación mariana es la protectora del ejército del aire y de los pilotos de aviación. Desde su ubicación en aquel lugar de Italia, son los carmelitas los que se encargan de su cuidado y atención.