SANTORAL 5 OCTUBRE

Día de Témporas: los cristianos agradecen los dones de Dios espirituales y humanos

En el Santoral de este 5 de octubre la Iglesia agradece los frutos espirituales y humanos recibidos en el Día de Petición y Acción de Gracias

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Dice el refrán muy usual en castellano que “De bien nacidos es el ser agradecidos”. Cualquier gesto a favor de alguien, se toma como una manera de predilección por esa persona. Puede ser una forma de ayudarle, de corresponderle a cuanto hace por nosotros, o simplemente una manera de ayudara crecer a esa persona en la faceta espiritual y humana.

Hoy nos encontramos con un día en el que la Iglesia propone especialmente una reflexión en clave de agradecimiento. Hablamos de Día de Petición y Acción de Gracias. Popularmente en el lenguaje del pueblo se llamaba la jornada de Temporas. Esta palabra es latina y significa tiempo. Este día en el fondo es una cristianización de cuantos fenómenos naturales tiene lugar a lo largo del año.

Todos los pueblos primitivos vivían de las faenas del campo. Cada cosecha era un buen momento para agradecer los frutos recolectados. Entonces la Iglesia asume esta vivencia para cristianizarla y llevarla al encuentro del hombre con Dios. Cada una de las cuatro estaciones del año son un buen momento para acercarse al Creador que no nos abandona. 

El Pueblo israelita en el Antiguo Testamento agradecía a Yavé que les fuese propicio en su modo de vida. La Iglesia propuso tres días seguidos de octubre parta vivir los tres aspectos fundamentales en la Fe del hombre: la petición, el perdón y la acción de gracias. Así se aludía a las etapas del año que abarcaban los días siguientes al Primer Domingo de Cuaresma para la primavera; las jornadas siguientes a Pentecostés para el verano, el tercer domingo de septiembre para el otoño y después del Primer Domingo de Adviento para el invierno.

San Jerónimo aludía a la gratitud a Dios por los dones recibidos. En los tiempos actuales, el sentido de las fiestas y romerías en el Tiempo de Pascua antes del verano, en su origen era una forma de pedir al Santo Cristo, a la Virgen o al Santo Patrón su ayuda en la cosecha, agradeciendo los frutos y los dones divinos en las fiestas de septiembre y octubre.

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