
Madrid - Publicado el
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Cada uno de los discípulos del Señor en el tiempo han seguido su Mandato de predicar hasta los confines del mundo. Hoy celebramos a Santa María Herminia y sus compañeras mártires, religiosas Franciscanas Misioneras de María. Todas ellas se dispusieron para servir al Señor fuera de sus latitudes llegando hasta la parte de Asia.
Nacida en Francia en 1866, se llamó de pila Irma Grivot. Siempre tuvo un gran espíritu de oración y una dulzura muy sobrenatural. El año 1898 será clave en su trayectoria. Y es que el obispo-coadjutor de Chang-Si, en China va a Roma a pedir ayuda.
En su tierra de ministerio pastoral hacen falta algunas religiosas que asistan a las comunidades surgidas porque van dando frutos y hay que acompañarlas. María Herminia será la candidata idónea. Enviada con otras seis compañeras a la misión de Taiyuanfu, en China, allí asistieron a los más necesitados.
En 1900, durante la Rebelión de la tribu de los Bóxers, hubo una brutal persecución contra los cristianos. Muchos de los servidores de Dios se escondieron y escabulleron para evitar problemas. Ellas, sin embargo, se quedaron sin moverse de allí cuidando a los niños más huérfanos y rezaron mucho para ser fuertes.
Y cuando fueron descubiertas, les arrestaron y condenaron a muerte. Los momentos previos supusieron una gran experiencia de Fe. Santa Herminia y sus compañeras mártires fueron decapitadas el 9 de julio. En la mente de todos quedó cómo derramaron su sangre entonando himnos de alabanza a Dios.