La oración del día: Beato Francisco Palau

En 1867 se le concedió autorización y nombramiento como Fundador y Director de los Carmelitas Terciarios de España

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Hoy, III Domingo de Cuaresma, conmemoramos al Beato Francisco Palau y Quer. Oriundo de España, nace en Aitona (Lérida) el año 1835. En su haber cuenta con una sobrina canonizada como es Santa Teresa de Jesús Jornet, Fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Este coetáneo de San Antonio María Claret, ingresa en el Seminario ilerdense donde cursará la formación y los estudios de Filosofía y Teología. A los cuatro años siente en su corazón la impronta de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús por lo que viste el hábito carmelitano, haciendo su profesión Solemne en Barcelona. No eran tiempos fáciles en medio de la revuelta en España con la dominación de Napoleón.

Estos acontecimientos afectan de lleno al Beato que debe salir del Convento cuando es arrasado e incendiado. Ordenado sacerdote, se entrega de lleno al apostolado y la oración. Su próximo destino, siguiendo los designios del Señor, le marcan Francia donde sufrirá destierro y exilio. Pero cuando vuelve a España le confinan injustamente en Ibiza. Allí funda las Hermanas y Hermanos Carmelitas Terciarios de la Virgen del Carmen.

Tras este periodo, la Reina Isabel II tiene noticias de su trayectoria y ordena su inmediata vuelta a la Península, donde regresa fortalecido para hacer frente a cualquier tipo de dificultad. También practica exorcismos, hablando de este asunto en el Concilio Vaticano I, al que asistirá. Predicador de misiones populares con grandes frutos, el Beato Padre Palau muere en Tarragona el año 1872. También tiene parte en la fundación de las Hermanitas de los Ancianos Desamaparados, ya que él inspira a su sobrina el carisma. San Juan Pablo II le beatifica en 1988.

Oración

¡Oh Señor!, Tú elegiste al Beato Francisco Palau, para proclamar ante los hombres el gran Misterio de la Iglesia Santa. Vivió entregado al servicio de los hermanos, extendiendo entre los hombres el mensaje del Evangelio y promoviendo entre ellos la conciencia viva de su participación en el Cuerpo Místico de Cristo.

Te pedimos, Señor, que su glorificación por la Iglesia sirva para que todos los hombres se sientan cada vez más unidos en el único pueblo de Dios. Concédenos también por su intercesión, la gracia especial que ahora te pedimos. Amén.


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