Niños que mueren ahogados mientras huyen o asistir al degüello de tu propio hijo: la realidad de Mozambique

El misionero español Eduardo Roca ha explicado en 'Unidos en COPE' la situación que se vive en el país africano ante los constantes ataques del terrorismo islámico

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Las navidades de este 2020 están siendo diferentes como consecuencia de los efectos de la pandemia. Muchas familias no van a poder juntarse como en años anteriores. En la gente mayor está siendo especialmente duro. Muchas familias se tienen también que ajusta el cinturón para cuadrar números, ya que los efectos de la covid-19 ha sido devastador para miles de empleos y negocios de diferentes sectores.

Pero no nos engañemos. En el fondo, tenemos que pensar que, nuestra “desgracia”, no lo es tal ni en una milésima parte de otras zonas del planeta, donde los recursos no llegan ni para cubrir las necesidades básicas de su población. Al fin y al cabo, nuestra crisis es la de un país desarrollado. Allá donde hay escasez y pobreza extrema, está la Iglesia a través de sus misioneros para hacer llegar a esos pueblos la esperanza del Evangelio, la palabra de Dios.

En 'Unidos en COPE' hemos conocido la realidad de Pemba, una ciudad ubicada al norte de Mozambique, en África, donde sus habitantes sufren la pobreza extrema y la violencia terrorista.

En esa zona del país, los ataques terroristas islámicos son una constante. Son muchas las personas que tratan de huir del horror. En una de sus parroquias se encuentra desde el año 2012 el sacerdote Eduardo Roca, que nos ha relatado cómo se está viviendo la Navidad en la zona.

“Las vavidades las pasaremos de manera compleja porque la situación no es fácil. Desde 2017 vivimos en un contexto de guerra. Estamos sufriendo la crisis de refugiados, muchos de ellos cristianos, que han venido aquí para ser acogidos en las parroquias de la ciudad, que son un poco más seguras, situadas en la periferia de Pemba”.

No obstante, no es una zona exenta de pobreza y miseria, tal y como comenta el misionero: “Tenemos que prepararnos para que lo indispensable en medicina, ropa o alimentos no falten a tantas familias. Son unas 200 mil personas las que viven en Pemba. Pese a todo, vivimos este tiempo con esperanza. En África uno de los momentos que más se celebran es el Nacimiento de Jesús, al ser la gran esperanza de este mundo”.

Durante el Adviento, comenta el Padre Eduardo Roca, “hemos estado encendiendo las velas y pidiendo salud donde hay más oscuridad. En esta situación de sufrimiento rezamos y encendemos la luz y pedimos por los corazones de los terroristas”, explica en 'Unidos en COPE'.

El ahogamiento de una niña mientras trataba de huir

A lo largo de estos ocho años en Pemba, Eduardo Roca ha tenido que vivir multitud de desgracias de los habitantes de esta zona del norte de Mozambique. Gente a la que le han quemado sus casas y tuvieron que huir pasando varios días en la sabana hasta encontrar un refugio. El misionero ha querido poner el acento en dos de ellas, que permanecerán en su retina para siempre.

“Una de ellas me la relató una joven de 25 años. Era musulmana. Salió de su aldea, ubicada a unos cien kilómetros de Pemba. Los terroristas actuaron en la zona. La mujer, con dos bebés, huyeron rápidamente. Por el camino, logró llevarse a otros cinco niños, hijos de algunos vecinos. Salió con lo puesto, sin nada, hacia el bosque”.

Eduardo Roca continuó explicando que el objetivo de la joven y los pequeños era llegar al mar, con la esperanza de montarse en un barco de perscadores y huir hasta Pemba: “Estos barcos de pescadores han hecho mucho trabajo solidario para ayudar a la gente a huir. En este trayecto en mar, la mujer se cruzó con un río. La corriente se llevó a una pequeña. No pudo hacer nada más que seguir adelante y, tres días después y sin comer, ni beber, les acogimos en Pemba. Esa imagen de la niña ahogada simboliza el sufrimiento de toda África”, subraya el misionero español.

La madre que fue testigo del degollamiento de su hijo

La segunda historia que no olvida Roca, es la de una madre mayor que, tras ocho días de Odisea, logró llegar a Pemba: “Fue en febrero. Se sentó en el suelo cuando llegó y me contó lo vivido. Me dijo que los terroristas llegaron a su casa con la amenaza de matarla. Ella les respondía que no tenía nada. Pero ellos sabían que tenía varios hijos. Por ello, cogieron a uno de ellos mientras trataban de huir y, delante de ella, le degollaron”.

Ante tanto sufrimiento y tanta desgracia, el Padre Eduardo Roca tiene claro que solo lo puede aguantar por tener a su lado “al crucificado, sino sería imposible soporta tanto dolor”, sostiene.

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