El testimonio actual que nos dejan las dos parábolas protagonistas del Evangelio de este domingo

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 13 de junio

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Hace unos días se conoció la noticia de la muerte en Venezuela de la Hermana Rosario, una de las impulsoras de las Misioneras de la Caridad que fundó la primera casa fuera de la India. Se encontró un día, durante sus estudios para ser profesora, con la noticia de que en la India una religiosa había fundado una organización que ayudaba a la gente, a los más pobres entre los pobres.

La hermana Rosario, que entonces era una chica normal de su tiempo, salió corriendo de su ciudad y se fue a Calcuta con 5 compañeros. Ingresaron en las Misioneras de la Caridad y, al tiempo, la Madre Teresa de Calcuta la mandó a fundar la primera casa fuera de la India, en Venezuela. Allí ha muerto casi 50 años después, tras una vida entregada a los pobres, a los que sufren, haciendo el pequeño bien posible que todos podemos hacer.

A veces buscamos hacer grandes bienes en la sociedad y, sin embargo, nos damos cuenta que solamente podemos hacer pequeños bienes. La Hermana Rosario lo ha estado haciendo durante todos esos años y ahora ha muerto, seguramente gozará de la presencia de Dios, y hizo verdad una frase que decía mucho la Madre Teresa de Calcuta: “Una gota en el océano no es mucho aportar al océano, pero que el océano sin esa gota sería menos océano”.

De eso nos habla la Iglesia en este mes del Corazón de Jesús donde nos está diciendo que Jesucristo tiene un don de gracia que brota de la Cruz y que llega a los pequeños, a los débiles, a los que están solos y tristes. Este mes nos hace darnos cuenta de la importancia de las cosas pequeñas, de que lo que poquito que valemos es mucho, si lo multiplicamos con la gracia de Dios.

De eso van las lecturas de este domingo que nos hablan de dos parábolas sobre el Reino de los Cielos que se parece a una semilla que el sembrador pone en la tierra y, sin saber cómo, acaba creciendo y sirve para el bien de muchos. Lo mismo pasa en la segunda parábola: el grano de mostaza que, sin saber cómo, acaba siendo un gran árbol que protege a muchos pájaros. Esa es la Iglesia, una realidad muy pequeñita que se siembra y va dando frutos y creciendo. Sin saber cómo acaba protegiéndonos a todos. Todos tenemos un lugar en la Iglesia.

¿Cómo crecen las cosas? Con muy pequeños detalles de crecimiento valioso. En la vida de la Iglesia es así, sale adelante por lo que yo llamo “el ejército de los pequeños fieles”. La vida de la Iglesia es la de tantísima gente que hace una pequeñita cosa cada día, una cosa a la semana, un detalle de caridad, visitar a un enfermo, preparar una catequesis, preparar el altar. Con estos pequeños detalles la Iglesia crece. A veces podemos pensar que hace falta una gran transformación de las instituciones, de la jerarquía y, sin embargo, la vida cambia por ese ejército de pequeños, que hacen cosas muy pequeñas, pero que son fieles y se mantienen constantemente haciendo el bien.

Ese es el testimonio que nos dejan estas dos parábolas sobre la semilla que, sin saber ni cómo ni cuándo, va creciendo hasta dar fruto en una gran iglesia capaz de acoger a todos. La Iglesia nos pide que siendo pequeños, seamos fieles.

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