¿La modernidad era esto?

Revista EcclesiaJosé Antonio Rosado

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A cuanta gente alrededor mío oigo quejarse. ¡Y es normal, ojo! Para muchos no queda otra con la situación en la que vivimos, aunque tengamos en nuestra sociedad las mejores herramientas para sobrellevar día a día esta pandemia. Pero sí, cualquiera de nosotros estará asqueado, triste, desesperado y cansado de esta realidad. Convendría, pese a todo, no relajarse en las medidas de seguridad para evitar rebrotes y nuevos contagios.

Intentemos pues volver a antes de marzo de 2020. ¿Qué vida llevábamos?

El veredicto que nos demos debería servir para condicionar nuestra vida post-pandemia. ¿Qué debemos cambiar? Pero de corazón y con esfuerzo, ¿eh? No solo basta con responder, sino con llevarlo a cabo ¿Difícil? Seguramente. Pero merecerá la pena. ¿Qué nos estaba llevando por mal camino? La vida antes del coronavirus, mucho antes incluso, era mejor, sin duda. ¿Acaso es la modernidad la que nos ha traído hasta aquí? Lo siento, pero no, no es la modernidad. Mas bien es lo malo que esa modernidad estaba ?y está trayendo? a nuestra vida. Ahora, en este mismo momento en que lees estas lineas, pregúntate: ¿rechazo lo nocivo de la modernidad por su naturaleza malvada o lo acepto por no ser señalado o vivir más cómodamente?

Todos podemos pensar en eso que era malvado pero que encajaba perfectamente con el discurso moderno de aceptar todo, de que todo vale y de que no se hace mal a nadie por aceptarlo. No estoy hablando de frenar el progreso, todo lo contrario: hablo de traer una modernidad sana y que no esté viciada. Lo decía en algún post anterior: estamos necesitados de evolucionar tras la pandemia pero me temo que estamos volviendo a lo que nos había traído hasta aquí. ¿Cosas malvadas de la modernidad? El ansioso capitalismo que solo busca más y más ganancia año tras año deshumanizándolos todo; a eso volvemos. Intentar instauran regímenes políticos que eliminan la libertad y la dignidad de todos; a eso volvemos. Abusar de los recursos del planeta; a eso volvemos. La aparentemente perfecta y artificial vida virtual; a eso volvemos. Olvidarnos de nuestro vecino y compañero; a eso volvemos. Las prisas descuidando a la familia; a eso volvemos. Arrinconar a nuestros mayores; a eso volvemos. Escaquearse de la educación de nuestros hijos; a eso volvemos. Perseverar en las amarguras frente a la pasión y la misión sacerdotal y religiosa; a eso volvemos. Apartar a Dios de nuestras vidas; a eso volvemos. Si no queremos retornar a esto, debemos caminar hacia una modernidad que repela estas y otras muchas hábiles actitudes maliciosas y que se disfrazan de modernidad siendo realmente todo un retroceso. Firmes pese a lo que nos pueda venir encima. Conocedores de defender un mundo más humano. Seguros de tener a Dios como guía en nuestro camino. Es fácil y constante la tentativa de alejar a Dios de nuestras vidas. ¿Será el hombre más libre o más humano en una sociedad moderna en la que Dios sea sustituido por efímeros momentos de placer y por una pseudo filosofía que elimine los valores evangélicos? Ya hemos podido ver en la Historia ?y también ahora? que sin Dios, el ser humano se cae.

Renovarse o morir. En esta disyuntiva estamos. La renovación de generación en generación ha de mantener la esencia de lo bueno, del humanismo y conservarlo. ¿Conservadores o progresistas? Progresar conservando lo que nos hace mejores, humanos y hermanos. Desde ahí se puede caminar hacia la modernidad. En nuestro caso, los cristianos, bajo el magisterio de la Iglesia, pese a tener que ir muchas veces a contracorriente. Y es eso lo que nos hará más coherentes y visibles. Lo malo es malo per se, no porque sea moderno o antiguo. Si sabemos renovarnos con miras en el futuro, sin dejar a nadie atrás, sin atentar contra la dignidad de todo ser humano y sin volver la espalda a lo trascendente, llevaremos al mundo hacia una modernidad sana y segura, aumentando las probabilidades de una Humanidad valiosa y robusta, que deje un precioso legado a las nuevas generaciones.

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