¿Un sacerdote puede cobrar por una misa?

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San Pablo, en la primera carta a los corintios (9, 7-14), con algunos ejemplos tomados de la vida humana recuerda que el trabajador tiene derecho a vivir de sus labores. También hace referencia a la Ley Mosaica y al mandato del Señor al respecto. Todo ello para enseñar que la ayuda de los fieles con bienes materiales no es sino una pequeña compensación por los bienes espirituales que el predicador de Cristo les proporciona.

Por otra parte, desde muy antiguo los fieles han realizado oblaciones y ofrendas con ocasión de la celebración de la santa Misa como signo de gratitud a Dios. Participan en el Sacrificio de Cristo, no solo con el don de sí mismos sino también de una parte de lo que poseen. Al ofrecer ese don se asocian más íntimamente a Cristo que se ofrece a sí mismo en la Hostia Santa. De esta manera contribuyen al bien de la Iglesia en sus necesidades temporales y participan con su solicitud en el sustento de los ministros del Señor.

Por todo ello la disciplina de la Iglesia, recogida en el Código de Derecho Canónico (cc. 945-958), regula con toda claridad y detalle el estipendio para evitar la más mínima apariencia de negociación. De esta manera queda claro en esta delicada materia que no es una especie de tributo o tasa, ni la retribución económica de un servicio prestado. El estipendio no se percibe por la Misa, sino con ocasión de ella.

Por Carlos González Paniagua.
Párroco de la parroquia María Madre del Amor Hermoso (Madrid)

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