La carta de Lolo, por Ana Medina

Revista EcclesiaEcclesia

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El 8 de junio pude disfrutar de una visita a Jaén, donde una representación de periodistas de las diócesis del sur de España, acompañados por el obispo encargado de coordinar esta tarea, Francisco Jesús Orozco, asistimos a una mesa redonda sobre la figura del beato Lolo, periodista como nosotros.

Acogidos primorosamente por la diócesis y su obispo, Amadeo Rodríguez, y acompañados por los Amigos de Lolo y muchos otros a quienes su nombre no se les borra de los labios, volvimos a enamorarnos de esta gigante figura de nuestra Iglesia, que bien está llamada a ser nombrada patrón de los periodistas. Y es que el Centenario de su nacimiento, que acaba de ser clausurado oficialmente en la tierra que le vio nacer, no ha hecho más que volver a abrir las hambres de Lolo.

Me emocionó el momento en que pudimos ponernos ante los restos de este hombre que transfiguró en alegría todo el dolor de su vida, que blandió sin descanso la revolucionaria ternura de las palabras, que hizo de la Eucaristía su principal alimento y que sintió su laicado como una vocación de primera. A Lolo no se le acaba de conocer ni de amar nunca. En él tenemos un santo de nuestro tiempo, alguien en quien mirarnos para interpretar desde la confiada lucha de cada día esta vida que a veces nos pasa por encima sin pedir permiso. Quizás tú también tienes una carta sin abrir de mi querido Lolo. Porque te habló a ti, no lo dudes.

Por Ana Medina

Religión