Vigías de esperanza

El director de la Subcomisión de Acción Caritativa y Social de la CEE agradece a los voluntarios su compromiso por el bien común y la justicia social

Vicente Martín Muñoz

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La celebración del Día Internacional del Voluntariado es una buena ocasión para felicitar a todas las personas voluntarias que con su servicio, entrega y generosidad contribuyen a construir un mundo y una sociedad más humana, justa y fraterna, anticipo del Reino de Dios.

Vosotros, los voluntarios y voluntarias, con vuestra mirada atenta a lo que sucede y a todo eso que también pasa y se ve menos, sois vigías y testigos privilegiados de una realidad social que no siempre queremos ver. Con vuestro compromiso transformador sois alumbradores de esperanza para tantas personas que viven sin luz, en la oscuridad del sufrimiento, la pobreza y la desesperanza.

Hace unos meses decía el papa Francisco a una delegación de Cáritas Española que “no son los resultados los que nos mueven, cumplir objetivos programados, sino ponernos delante de esa persona que está rota, que no halla su lugar, acogerla, abrir para ella caminos de restauración, de modo que pueda encontrarse a sí misma, siendo capaz, a pesar de sus limitaciones y las nuestras, de buscar su sitio y de abrirse a los demás y a Dios… Jesús nos lo dice claramente, con su vida y con su obra, que no basta dar, hay que “darse”. Gracias por estar ahí, por ayudarnos a comprender que la dinámica de dar y recibir es reciprocidad encarnada. De esta manera sois germen invisible de fraternidad.

Gracias por vuestro compromiso por el bien común y la justicia social. Con vuestros gestos y acciones cotidianas nos interpeláis y animáis a descubrir nuestra vocación de ciudadanos. Nos alentáis a seguir trabajando por la justicia, a buscar los porqués del dolor y del sufrimiento de las personas más vulnerables.

Gracias por ser, como dice el papa, artesanos de misericordia con las manos, con los ojos, con el oído atento y con la cercanía. Nos recordáis, así, que será la ternura la que salve nuestro mundo.

Gracias, en definitiva, porque vuestra acción cotidiana, callada y generosa, es anuncio y esperanza de una nueva realidad que es posible y que debe seguir creciendo y ganando espacios a la injusticia y al dolor. Seguid construyendo puentes entre la fragilidad y la orilla de las oportunidades.


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