Adviento, tiempo de carpintería interior

Comentario al cuarto Domingo de Adviento

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El Adviento remarca la figura de san José, vinculado a la historia del “sí” que María ha pronunciado. Ese “sí” quedaría incompleto de algún modo, sin la aceptación del propio José, quien pronuncia también su “sí”.

Mt 1, 18-24: Evangelio para gente “despierta”

En estos últimos días antes del nacimiento de Jesús, el Evangelio nos lo presenta soñando. Está ante un gran dilema. Deja que en su discernimiento, Dios se cuele en su vida a través de la voz del ángel. Adviento es tiempo para soñar como el justo varón de Nazaret. Un sueño, sin embargo, para gente “despierta” que es capaz de asumir valientemente la voluntad del Señor y asumir con acogedora actitud sus planes, como nos muestra Patxi Velasco, Fano, en el dibujo.

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Me parece muy profunda una reflexión de la teóloga Margarita Saldaña sobre esto que le sucede a José: “Esos ojos de las entranñas, hondamente dirigidos hacia la contemplación de lo esencial en medio de la confusión de los sueños, confieren a José una capacidad inaudita de interpretar la realidad y de hacerse cargo de ella. Cuando se despierta, el movimiento total de su existencia expresa, quizá mejor que cualquier palabra, su compromiso con el mensaje recibido: ‘Despertado del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado’ (Mt 1, 24)”.

San José, el hombre justo, esposo de María, ha sido para la Iglesia un referente a lo largo de los siglos. Y lo seguirá siendo. Con el oficio de los humildes, ha pasado a la tradición como el carpintero de Nazaret. Bien podríamos pedirle que nos otorgue herramientas para amar incondicionalmente como él. Un martillo, que en lugar de golpear, sepa comprender. Un cepillo para pulir el carácter y sonreír sin nada que temer. Un metro para medir las cosas buenas que nos rodean y desterrar tanta negatividad. Pidámosle, al Señor, un trozo de madera como la de san José, para que a nadie le falte una mesa, una silla o un lugar donde reposar los pies. Y también, un taller lleno de virutas, donde todos quepan y el mundo aparezca, por momentos, al revés. Adviento es tiempo de acoger la nueva vida que viene y vivir en estado de buena esperanza.

Breve oración

Queremos aprender de san José a no ser protagonistas, a avanzar sin pisotear a nadie, a colaborar sin imponernos y a amar sin reclamar nada a nadie. San José, esposo de María, ruega por nosotros.

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