Madres que rezan sin descanso por sus hijos: "Los frutos llegan, he visto cambios en mi familia"

La comunidad 'Madres Mónica' mantiene vivo el legado de la madre de san Agustín: orar de manera constante por la conversión y el bienestar de los hijos y de toda la familia

Victoria Montaner Campos

Madrid - Publicado el

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En la semana en la que la Iglesia ha celebrado a San Agustín y a su madre, Santa Mónica se nos invita a reflexionar sobre la oración... "¡No puede perderse un hijo de tantas lágrimas!" le dijo el obispo San Ambrosio a Santa Mónica que rezaba incansablemente por su hijo. 

¿La oración puede realmente cambiar algo? En Ecclesia hemos hablado con Laura Ledesma y Luz Estella Aladino, integrantes de la comunidad Madres Mónicas, que explican cómo este grupo mantiene vivo el legado de la madre del gran doctor de la Iglesia: rezar incansablemente por la conversión y el bienestar de los hijos y la familia.

"nos unimos en oración por nuestros hijos"

“Santa Mónica nos enseñó que la oración persistente puede transformar vidas. Ella rezó durante años por su hijo Agustín y por su esposo, y su fe dio fruto”, recuerda Laura. Luz añade: “Nos unimos en oración por nuestros hijos y también por las necesidades de otras madres. Es una manera de perseverar y mantener viva la fe en nuestros hogares, incluso a la distancia”. 

¿Cómo funciona?

La dinámica de esta comunidad impulsada por los Agustinos Recoletos, se organiza en los llamados coros de oración, cada uno formado por siete madres. Cada día, una de ellas reza por los hijos de todas las participantes, garantizando que la intercesión se mantiene 365 días al año

Laura explica que es un sistema de apoyo mutuo: mientras ella reza por los hijos de las demás, sabe que ellas rezan por los suyos: “Es un círculo de confianza, de acompañamiento y de transmisión de la fe en la vida familiar”.

 

Comunidad Madres Mónica: 365 días de oración por los hijos

Luz, que pertenece a la comunidad en Palmira, Colombia, destaca la fuerza de esta red internacional: “Aunque estoy lejos de mi familia, puedo rezar por ellos y sentir que Dios nos conecta. Nos da tranquilidad saber que no estamos solas y que la oración constante llega a destino, aunque no veamos los resultados inmediatamente”.

los efectos de la oración continuada

Como explica Laura, la oración ha impactado de lleno su vida familiar: “Desde que entré en la comunidad, he visto cambios en la actitud de mis hijos: más respeto, más paciencia, más interés por aprender sobre Dios. Incluso la relación entre ellos ha mejorado. Es como si la oración continuada les enseñara a actuar con bondad y armonía, sin que yo tenga que imponer nada”.

Luz también cuenta experiencias similares en Colombia: “He visto hijos que atravesaban problemas difíciles mejorar su comportamiento, recuperar la confianza o acercarse más a la fe gracias a la oración compartida. No siempre es inmediato, pero los resultados se sienten en pequeños gestos cotidianos”.

Más allá de las madres biológicas

La comunidad, que inició en la parroquia de Santa Rita de Madrid, no se limita a madres con hijos propios. También pueden participar abuelas, tías, mujeres sin hijos e incluso amigas que desean rezar por alguien cercano: “Es una invitación abierta a todas las mujeres que quieran vivir una experiencia espiritual profunda, siguiendo el ejemplo de Santa Mónica”, explica Luz.

Comunidad Madres Mónica: 365 días de oración por los hijos

Laura añade: “Formar parte de esta red me ha enseñado paciencia, humildad y confianza en los tiempos de Dios. Cuando no veo cambios inmediatos, sé que la oración sigue surtiendo efecto en el momento adecuado, y eso me permite mantener la serenidad frente a conflictos familiares”. 

El ejemplo de Santa Mónica hoy

Para ambas madres, Santa Mónica sigue siendo guía y modelo. Laura comenta: “Nos enseña a ser constantes y a confiar, incluso en situaciones difíciles, como conflictos familiares o problemas con los hijos. Su vida nos recuerda que la perseverancia en la oración tiene un impacto real, aunque a veces invisible”.

Luz añade: “Santa Mónica también nos enseña cómo acompañar a otros desde la oración. No se trata solo de rezar por nuestros hijos, sino de interceder por los hijos y familias de otras madres, fortaleciendo un espíritu de comunidad y solidaridad”.