"Pedro nos recuerda que los pobres son el corazón del Evangelio": el editorial de Andrea Tornielli sobre la exhortación apostólica 'Dilexi Te'
El director editorial del Vaticano reflexiona sobre el primer gran documento del Papa León XIV. Una exhortación apostólica centrada en el "amor a los pobres"
Vatican City (Vatican City State (Holy See)), 04/10/2025.- Pope Leo XIV blesses a child as he arrives to lead the Jubilee Audience of Migrants and the Missionary World in Saint Peter's Square, Vatican City, 04 October 2025. (Papa) EFE/EPA/RICCARDO ANTIMIANI
Madrid - Publicado el
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Dilexi te, la primera exhortación apostólica de León XIV, está vinculada desde su título a la última encíclica del Papa Francisco, Dilexit nos (octubre de 2024) y es, en cierto modo, su continuación. No es un texto sobre la Doctrina Social de la Iglesia, no entra en el análisis de problemas concretos. Más bien propone los fundamentos de la Revelación, destacando el fuerte vínculo que existe entre el amor de Cristo y su llamada a estar cerca de los pobres. En efecto, la centralidad del amor a los pobres está en el corazón mismo del Evangelio y, por tanto, no puede reducirse a un "pálpito" de algunos Pontífices o de ciertas corrientes teológicas, ni presentarse como una consecuencia social y humanitaria extrínseca a la fe cristiana y a su anuncio.
volver al evangelio
"El afecto al Señor está unido al afecto a los pobres”, escribe León. Son, pues, inseparables: “Todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”, dice Jesús. Por tanto, aquí "no estamos en el horizonte de la beneficencia, sino de la Revelación: el contacto con quien no tiene poder ni grandeza es un modo fundamental de encuentro con el Señor de la historia".
El Papa observa que, por desgracia, también los cristianos corren el riesgo de "contagiarse" de actitudes mundanas, ideologías y visiones político-económicas engañosas. El fastidio con que a veces se oye hablar del compromiso con los pobres, casi como si fuera una distracción del amor y del culto dirigidos a Dios, revela la actualidad del documento: "El hecho de que el ejercicio de la caridad resulte despreciado o ridiculizado, como si se tratase de la fijación de algunos y no del núcleo incandescente de la misión eclesial, me hace pensar -afirma León XIV- que es necesario volver a leer el Evangelio, para no correr el riesgo de sustituirlo con la mentalidad mundana".
la voz de los pobres
A través de citas bíblicas y comentarios de los Padres de la Iglesia, se nos recuerda así que el amor a los pobres no es un "camino opcional", sino que representa "el criterio del verdadero culto". Iluminadoras, incluso para la Iglesia de hoy, son, por ejemplo, las palabras de san Juan Crisóstomo y san Agustín: el primero nos invita a honrar a Jesús en el cuerpo de los pobres, preguntándose qué sentido tiene tener altares llenos de cálices de oro mientras Cristo está extenuado por el hambre a las puertas de la iglesia; el segundo define a los pobres como "la presencia sacramental del Señor", viendo en el cuidado de los pobres una prueba concreta de la sinceridad de la fe: "Miente quien dice amar a Dios y no tiene compasión de los necesitados".
En virtud de este vínculo con la esencia del mensaje cristiano, la parte final de Dilexi te contiene una llamada dirigida a todo bautizado para que se comprometa concretamente en la defensa y la promoción de los más débiles: "Es responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios hacer oír, de diferentes maneras, una voz que despierte, que denuncie y que se exponga". Incluso a costa de parecer "estúpidos". Un mensaje lleno de consecuencias para la vida eclesial y social: el actual sistema económico-financiero y sus "estructuras de pecado" no son ineluctables y, por tanto, es posible comprometerse a pensar y construir, con la fuerza de la bondad, una sociedad diferente y más justa, mediante "un cambio de mentalidad, pero también con la ayuda de las ciencias y la técnica, mediante el desarrollo de políticas eficaces en la transformación de la sociedad".
La exhortación fue preparada inicialmente por Francisco. Fue adoptada por su sucesor León XIV, que como religioso y luego como obispo misionero compartió gran parte de su vida con los pobres, dejándose evangelizar por ellos