El Vaticano recuerda que Benedicto XVI fue el primer Papa en tomar medidas "durísimas" contra los abusadores

El director editorial del Vaticano ha publicado un artículo valorando el informe de la diócesis de Múnich y afirma que el Papa Emérito fue el primero en reunirse con las víctimas

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El director editorial del Vaticano, Andrea Tornielli, ha publicado un artículo en el que recuerda, tras la publicación del informe de la diócesis Múnich sobre los abusos,que el Papa Emérito Benedicto XVI “no eludió las preguntas del estudio de abogados encargado por la diócesis de Múnich de elaborar un informe que examina un periodo muy largo, desde el episcopado del Cardenal Michael von Faulhaber hasta el del actual Cardenal Reinhard Marx”.

Considera en el artículo dado a conocer este miércoles, 26 de enero, que las reconstrucciones contenidas en el informe de Múnich, “ayudarán a combatir la pederastia en la Iglesia si no se reducen a la búsqueda de chivos expiatorios fáciles y a juicios sumarios. Sólo evitando estos riesgos podrán contribuir a la búsqueda de la justicia en la verdad y a un examen de conciencia colectivo sobre los errores del pasado”.

Tornielli ha asegurado que Benedicto XVI respondió con 82 páginas, tras haber podido examinar parte de la documentación en los archivos diocesanos. “Como era previsible, han sido los cuatro años y medio de Ratzinger al frente de la diócesis bávara los que acapararon la atención de los comentarios”, ha puntualizado el director editorial de la Santa Sede.

Asimismo, ha remarcado que algunas de las acusaciones “ya se conocían desde hace más de diez años y ya habían sido publicadas por importantes medios de comunicación internacionales. Son cuatro los casos imputados actualmente contra Ratzinger, y su secretario particular, Monseñor Georg Gänswein, ha anunciado que el Papa emérito emitirá una declaración detallada cuando haya terminado de examinar el informe. Mientras tanto, se puede replicar con fuerza la condena de estos crímenes, siempre reiterada por Benedicto XVI, y se puede volver a lo que se ha hecho en los últimos años en la Iglesia desde su Pontificado”.

Andrea Tornielli ha expresado que los abusos a menores es un “crimen terrible”, y en el caso de ser cometido por los clérigos “es posiblemente un delito aún más repugnante, y así lo han repetido los dos últimos Papas sin cansarse: clama en venganza ante Dios que los pequeños sufran violencia a manos de los sacerdotes o religiosos a los que sus padres les confían la educación en la fe. Es inaceptable que sean víctimas de depredadores sexuales que se esconden tras el hábito eclesiástico. Las palabras más elocuentes sobre este tema siguen siendo las de Jesús: quien escandalice a los pequeños, más vale que se ate una piedra de molino al cuello y se arroje al mar”.

En el artículo del responsable editorial del Vaticano, se recalca que Joseph Ratzinger, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ya había combatido los abusos en la última fase del Pontificado de San Juan Pablo II, con el que había sido un estrecho colaborador, una vez convertido en Papa: “Promulgó normas durísimas contra los clérigos abusadores, verdaderas leyes especiales para combatir la pederastia. Además, Benedicto XVI dio testimonio, con su ejemplo concreto, de la urgencia del cambio de mentalidad tan importante para combatir el fenómeno de los abusos: escuchar y estar cerca de las víctimas a las que siempre hay que pedir perdón”.

Tornielli ha señalado que durante demasiado tiempo, “los niños maltratados y sus familiares han sido mantenidos a distancia, en lugar de ser considerados como personas heridas a las que hay que acoger y acompañar por caminos de curación. Desgraciadamente, a menudo han sido distanciados e incluso señalados como "enemigos" de la Iglesia y de su buen nombre”.

En este sentido, recuerda que el propio Papa Emérito fue el primer Pontífice que se reunió con las víctimas de abusos varias veces durante sus Viajes Apostólicos: “Fue Benedicto XVI, incluso en contra de la opinión de muchos autodenominados "Ratzingeristas", quien, en medio de la tormenta de escándalos en Irlanda y Alemania, propuso el rostro de una Iglesia penitente, que se humilla pidiendo perdón, que siente consternación, remordimiento, dolor, compasión y cercanía”.

“Es precisamente en esta imagen penitencial donde reside el corazón del mensaje de Benedicto. La Iglesia no es un negocio, no se salva sólo por las buenas prácticas o por la aplicación, aunque indispensable, de normas estrictas y eficaces. La Iglesia necesita pedir perdón, ayuda y salvación a quien puede darlo, al Crucificado que siempre ha estado del lado de las víctimas y nunca de los verdugos”, ha agregado Andrea Tornielli.

Además, se ha remontado en el artículo a mayo de 2010, durante el vuelo a Lisboa, cuando Benedicto XVI reconoció que "los sufrimientos de la Iglesia provienen precisamente del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia".

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