La figura de la Virgen María, clave en este Sábado Santo de luto y transición

El día que Jesús muere en la cruz los discípulos piensan que todo ha terminado, pero la Virgen es la única que conserva la fe

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El Sábado Santo es el tercer día del Triduo Pascual y la Iglesia está de luto en espera junto al sepulcro. Jesús yacía en su tumba para el desconsuelo de los apóstoles que estaban convencidos de que todo había acabado. El día que Jesús muere los apóstoles siguen pensando solamente en su muerte y no recuerdan unas palabras fundamentales del Señor.

Mientras tanto hay una figura que sí sigue recordando las palabras del Señor cuando predecía “Al tercer día resucitaré”. En medio de todo este dolor, la Virgen María no está desesperada. Sufre mucho, pero no ha perdido el rumbo. En su corazón reinan la paz, la fe y la esperanza. Ella sabe que la promesa, que cada palabra de Cristo, se cumplirán.


Conservar la fe y la esperanza

El día que muere los discípulos piensan que todo ha terminado, pero la Virgen es la única que conserva la fe. María, la madre de Jesús, conservaba lo que su amado Hijo le había dicho y ella esperó hasta el tercer día. En silencio ante el misterio de la muerte, pero esperando que Dios actuase para hacer brillar su luz en medio de las tinieblas, esperando que la vida triunfase sobre la muerte.

La Virgen María se mantuvo firme al pie de la cruz, aunque profundamente dolida. En esos momentos, lo único que la sostuvo fue la fe y la esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios.

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El secreto de María

El altar en las Iglesias permanece desnudo hasta la Vigilia Pascual, uno de los principales actos religiosos del año litúrgico. Se vela para expresar que los fieles siguen en la espera, en la vigilancia y en la esperanza de la venida del Señor, del cumplimiento del nuevo y definitivo paso con Él.

El secreto de María está en esa actitud que podemos leer en el Evangelio de San Lucas (2, 16-21): "María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón." Lo vemos y lo leemos muchas veces en las Sagradas Escrituras que nos transmite muy pocas palabras de ella, pero nos presenta muchos silencios.: María siempre presente, acompañando a su Hijo.

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