La historia del sacerdote héroe de Auschwitz que sacrificó su vida salvando a un padre de familia

Hoy, 14 de agosto, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Maximiliano María Kolbe, el sacerdote que decidió sacrificar su vida salvando a un desconocido

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Hoy, 14 de agosto, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Maximiliano María Kolbe, fraile franciscano polaco que murió voluntariamente, en lugar de un padre de familia condenado a muerte, en el campo de concentración de Auschwitz.

Días de angustia en el campo de concentración

La historia cuenta que un día se fugó un preso en el campo y la ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?". En ese momento el padre Kolbe dijo al oficial: "Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre".

El oficial le responde: “¿Y por qué?” Y Maximiliano le responde que él no tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio, está soltero y solo, y nadie le necesita. El oficial duda un momento y enseguida responde: “Aceptado”.

El prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.

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La vida de Maximiliano Kolbe

Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Santísima Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Czestochowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios. Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.

Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.

Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Santísima Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.

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Su misión en Japón y su canonización

El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado "El Caballero de la Inmaculada", y otro "El Pequeño diario". Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó a Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la II Guerra Mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por la bomba atómica.

Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. Él ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista "El caballero de la Inmaculada", con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.

Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos. Es Co-Patrono de la radio junto al Arcángel San Gabriel y al ser canonizado se le asignó también el Patronazgo de nuestros tiempos imposibles.​

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