Obras Misionales, un siglo al servicio del Papa y la misión

Hoy se cumplen doscientos años de la fundación de la Obra de Propagación de la Fe y cien de la asunción de las tres Obras Misionales como «Pontificias»

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Tal día como hoy, hace doscientos años, una joven francesa de Lyon llamada Paulina Jaricot tuvo una idea revolucionaria. Cogió a las obreras de la fábrica de su padre, las dividió en grupos de a diez, y comenzó a rezar con ellas por las misiones y a recoger donativos para los misioneros. Luego extendió esta práctica fuera de ese ámbito. Nacía así la Obra de Propagación de la Fe, germen del futuro Domingo Mundial de las Misiones, el célebre Domund.

Jaricot (1799-1862), que tenía entonces solamente 21 años, pensaba —muy acertadamente— que la evangelización era tarea de todos los bautizados, no solo de los misioneros. Este 22 de mayo, es beatificada en su Lyon natal, uniéndose así como intercesora de la labor misionera al beato Paolo Manna (1872-1952), el fundador de la Pontificia Unión Misional.

El modo de proceder de Paulina Jaricot sirvió años después de inspiración para la constitución del resto de Obras Misionales: la de Infancia Misionera, dedicada a sostener el trabajo misionero con niños, fundada por el obispo francés Charles de Forbin-Janson ( 1785-1844); y la de San Pedro Apóstol, para el sostenimiento de las Vocaciones Nativas, puesta en marcha por la laica Juan Bigard (1859-1934). Las tres fueron asumidas por la Santa Sede como Pontificias el 3 de mayo de 1922, hace hoy cien años. Fue el Papa Pío XI el que, mediante el «motu proprio» Romanorum Pontificum hizo de las mismas una institución propia de la Santa Sede, el cauce y el medio propio para la evangelización de los territorios de misión. A ellas se uniría en 1956 la citada Pontificia Unión Misional del Padre Manna, para la formación y la espiritualidad misionera.



«A hombros de gigantes»

Las Obras Misionales Pontificias de España han recordado hoy con una Eucaristía oficiada por su director nacional, P. José María Calderón, este doble aniversario: el bicentenario de la fundación de la Obra de Propagación de la Fe, por un lado, y el centenario de la declaración de las Obras Misionales por el Papa Pío XI como «Pontificias», por otro. Y han rendido homenaje a los fundadores con el vídeo titulado «A hombros de gigantes».

El homenaje institucional ha contado con la participación de algunos de los más de 9.000 misioneros españoles que hay por el mundo. Estos son algunos de sus testimonios:

— «Para mí las Obras Misionales Pontificias son la seguridad de que no estoy sola en misiones con mi congregación, sino que estoy unida y sostenida por toda la Iglesia. Esto me da mucho ánimo y fuerza para seguir adelante. Durante los 37 años que llevo en Uganda, las OMP han caminado siempre con el pueblo». (Encarnita Cámara, misionera comboniana en Uganda).

— «OMP es una ventana abierta al mundo y a la realidad de la Misión Universal de Cristo y de la Iglesia. Cada año, la campaña de OMP nos recuerda que nuestros problemas no son los únicos, que no solo tenemos dificultades y retos nosotros, que… la Misión es común y universal que todos tenemos que implicarnos». (Rosario Martínez, religiosa de María Inmaculada en Burkina Faso)

— «El principal y más fiel de nuestros colaboradores han sido las Obras Misionales Pontificias con el apoyo del Domund, Infancia Misionera y Vocaciones Nativas. Sin la ayuda anual de las OMP no podríamos llegar ni a la mitad de lo que hacemos». (Monseñor Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, misionero comboniano en República Centroafricana).

— «La España misionera de hoy no sería lo mismo sin Obras Misionales Pontificias. Antes la misión era una cosa individualista, ahora es una cosa masiva pero en conjunto; no solo una casita aquí y una casita allí. Son todas las misiones juntas haciendo una labor única». (Andrés Díaz de Rábago, sacerdote jesuita de 105 años, misionero en Taiwán).


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