Nicaragua: Un año convulso entre la Iglesia católica y el gobierno de Daniel Ortega

El presidente sandinista tilda a los obispos nicaragüenses de golpistas y terroristas

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Las tensiones en Nicaragua entre el gobierno que preside Daniel Ortega y la Iglesia católica van en aumento. La detención del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, es un capítulo más en este año 2022 especialmente convulso, ya que el sandinista tila a los obispos de “golpistas” y “terroristas”.

Hay que remontarse a abril de 2018 para descubrir que, ante unas controvertidas reformas de la seguridad social, el pueblo salió a la calle y se produjo una revuelta popular calificada como intento de golpe de Estado, que Ortega neutralizó a la fuerza. El 4 de octubre de 2021 el presidente comenzó su campaña ante su quinta reelección en el poder -campaña que ganó ya que sus principales rivales están en prisión-, con un discurso centrado en atacar a los obispos que actuaban como mediadores de un diálogo nacional para buscar una salida pacífica a la crisis que vive el país.

"Recuperar la paz"

Para el líder “indiscutible”, ante esta revuelta los obispos nicaragüenses le dieron un "ultimátum" para que dejara el poder en 24 horas, y después de ese encuentro, según dijo entonces: "dijimos que teníamos que recuperar la paz, porque en esos días no había paz en Nicaragua, lo que había era terror, y el país estaba paralizado".

La Policía Nacional y civiles encapuchados y armados, afines al sandinismo, neutralizaron las manifestaciones antigubernamentales, dejando al menos 328 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque organismos locales elevan la cifra a 684 y el Gobierno reconoce 200.

Expulsan al nuncio

Once días después de ser reelegido sin oposición, Daniel Ortega anuló, a través de un decreto, la figura de "Decano del Cuerpo Diplomático", que desde el año 2000 correspondía al nuncio apostólico.

El 7 de marzo de este año, la nunciatura informó que su representante en Managua, el polaco Waldemar Stanislaw Sommertag, se "ausentó del país", y que el secretario, Marcel Mbaye Diouf, quedaba al frente, sin aclarar las razones. Cinco días después, el Vaticano confirmaba que el gobierno de Ortega había expulsado al nuncio de Nicaragua: "La Santa Sede ha recibido con sorpresa y dolor la comunicación de que el Gobierno de Nicaragua ha decidido retirar el beneplácito (agrément) a S.E. Mons. Waldemar Stanislaw Sommertag, Nuncio Apostólico en Managua desde 2018, imponiéndole que dejara inmediatamente el País después de notificarle esa medida".

Es necesario recordar que en 2019 y en 2021 fueron expulsados el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, y el sacerdote Edwin Román.

El pasado 6 de julio, el mundo conocía que también el gobierno había expulsado a 18 religiosas de las Misioneras de la Caridad, tras cerrar su asociación, junto a otras organizaciones benéficas y civiles.

Sacerdotes arrestados

En el mes de junio, detuvieron a Manuel García, el primero de los siete sacerdotes que guardan prisión hasta hoy. El párroco de la iglesia Jesús de Nazareno, en el municipio de Nandaime (suroeste), fue enjuiciado y condenado por violencia doméstica contra una mujer que pasó de víctima a acusada por no inculpar al sacerdote.

Los otros presbíteros detenidos son Leonardo Urbina, enjuiciado por el supuesto delito de abuso sexual a una menor; y Óscar Benavidez, a quien de momento no le han formulado cargos. Además José Luis Díaz, Sadiel Eugarrios, Ramiro Tijerino y Raúl González, todos de la diócesis de Matagalpa.

Por otra parte, la Policía también forzó una parroquia e impidió a los feligreses recibir la Eucaristía dentro del templo, además de sitiar a otros sacerdotes en sus iglesias. Los últimos incidentes se remontan a la prohibición de procesionar en Managua con la imagen peregrina de la Virgen de Fátima.

El caso de Rolando Álvarez

La escalada de tensión y de ataque del gobierno contra la Iglesia católica le alcanzó al obispo Álvarez, muy crítico de Ortega. En la madrugada del viernes la Policía lo detenía y sacaba a la fuerza de la curia episcopal de Matagalpa, donde estaba confinado desde hacía 15 días.

Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, se encuentra hasta en este momento bajo arresto domiciliario en Managua porque la Policía lo acusa de intentar "organizar grupos violentos", supuestamente "con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales", aunque de momento no han ofrecido pruebas.

Con 55 años, es el primer obispo arrestado en Nicaragua desde que Ortega retornó al poder en 2007.

Contra la libertad de información

Pero antes de la detención de monseñor Álvarez, el Gobierno sandinista había cerrado al menos ocho estaciones de radio católicas y había sacado de la programación de la televisión por suscripción a tres canales católicos.

"Esta escalada de confrontación de los Ortega-Murillo en contra de la Iglesia en realidad se corresponde con su estrategia de institucionalizar el Estado policial sobre Nicaragua y esto pasa por terminar de silenciar todas las voces críticas o no subordinadas que existen", según un análisis del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam), un centro de pensamiento integrado por investigadores centroamericanos de distintas disciplinas.


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