Marconi, el inventor de la radio que anteponía la fe a la ciencia: No cobró sus servicios a Pío XI

En el Día Mundial de la Radio recordamos a Marconi, ingeniero ganador del Nobel de Física. En 1931 creó la radio vaticana, que propició el primer mensaje de un Papa por radio

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Gillermo Marconies una de las figuras más destacadas de la primera mitad del siglo XX. El italiano inició la transmisión de la radio a larga distancia. Toda una revolución para el campo de la comunicación. Como cada 13 de febrero, el mundo celebra el Día Mundial de la Radio, y que en este 2024 tiene un aroma especial, al cumplirse un siglo desde que tuviera lugar la primera emisión radiofónica en España.



Volviendo a la figura de Marconi (1874-1937), estudió en Florencia y recibió el Premio Nobel de la Física en 1909. Al inventor italiano recurrió el Papa Pío XI para construir una estación radial para la Santa Sede.

Marconi era un católico convencido, por lo que asumió este encargo con “gran entusiasmo”, ya que “el proyecto era realmente importante para él”, relataba la segunda esposa del ingeniero, Cristina Marconi. De hecho, no cobró al Vaticano el encargo que le realizaron.

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12 de febrero de 1931: Marconi exhibe su invento en el Vaticano

El 12 de febrero de 1931 se inauguraba la estación de radio. Por aquel entonces, se trataba de una auténtica joya tecnológica de última generación diseñada por el propio Marconi.

Eran las cuatro y media de la tarde y muchas personas se habían reunido en las casas de quien disponía de un aparato de radio, tanto en la calle, como en hogares de familiares y amigos. En algunas tiendas se colocaron los aparatos a la puerta para que la emisión pudiera ser escuchada por los transeúntes.

El primero en tomar la palabra fue Guillermo Marconi, quien explicaba a los oyentes la trascendencia histórica de lo que estaba ocurriendo aquella tarde para, acto seguido, dar la palabra al Pontífice.

"Tengo el altísimo honor de anunciar que dentro de pocos instantes el Sumo Pontífice Pío XI inaugurará la Estación de Radio del Estado de la Ciudad del Vaticano. Las ondas eléctricas transportarán a todo el mundo a través del espacio su palabra de paz y bendición. Con la ayuda de Dios, que tantas misteriosas fuerzas de la naturaleza pone a disposición de la humanidad, he podido preparar este instrumento que dará a los fieles de todo el mundo la consolación de oír la voz del Santo Padre", expresaba Marconi.

Las primeras palabras de un Papa en la radio

A las 16.49h de aquel 12 de febrero de 1931, Pío XI pronunció en latín estas palabras: “Siendo, por arcano diseño de Dios, Sucesores del Príncipe de los Apóstoles, de aquellos cuya doctrina y predicación por divino mandato está destinada a toda la gente y a toda criatura, y pudiendo en primer lugar valernos desde este lugar de la admirable invención de Marconi, nos dirigimos primeramente a todas las cosas y a todos los hombres, diciéndoles, aquí y en adelante, con las mismas palabras de la Sagrada Escritura: ‘Escucha, cielo, y hablaré, oiga la tierra las palabras de mi boca”.

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Dirigiéndose luego a los afligidos y perseguidos, el Papa italiano expresó su deseo de que “nuestra palabra llegue a cuantos están enfermos, en el dolor, en las tribulaciones y en las adversidades, especialmente a ustedes que sufren tales cosas por parte de los enemigos de Dios y de la sociedad humana”.

Marconi, un cristiano para que el la fe estaba por encima de la ciencia

Como hemos comentado anteriormente, Marconi se volcó en este proyecto vaticano. Su amor a Cristo siempre quedó patente en su obra y en sus escritos. Un científico católico. Para el ingeniero, la fe estaba por encima de la ciencia. De hecho, argumentaba que trabajar con los poderes de la naturaleza le acercaba cada vez más “a la gran verdad de que todo depende del Eterno Creador y Sustentador”.

Tanto es así que Marconi asemejaba cada descubrimiento científico a una linterna con la que se buscaba el camino a Dios: “Cada paso que la ciencia hace nos lleva siempre nuevas sorpresas y logros, y sin embargo, la ciencia es como una luz débil luz de una linterna parpadeante en un bosque profundo y espeso,a través del cual la humanidad se esfuerza por encontrar su camino hacia Dios”.

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De esta manera, Marconi sostenía que es la fe la única vía para llevarnos a la luz “y servir de puente entre el hombre y el Absoluto. Me siento orgulloso de ser cristiano. Yo creo no sólo como cristiano, sino como un científico también. Un dispositivo inalámbrico puede entregar un mensaje a través del desierto. En la oración, el espíritu humano puede enviar ondas invisibles a la eternidad, las ondas que alcanzan su meta en frente de Dios”, remarcaba.

A lo largo de su existencia, Marconi se planteaba multitud de preguntas que la ciencia por sí misma no podía responder, como es el origen de la vida. Una pregunta que durante tantos siglos hemos tratado de responder: “La ciencia sola no puede explicar muchas cosas, y sobre todo, el mayor de los misterios, el misterio de nuestra existencia. Esto sería realmente aterrador, si no fuera por la fe”, exponía.

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