El cardenal Czerny recuerda en Auschwitz a Edith Stein "para rezar por el fin de los conflictos en Ucrania"

El prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral presidió la liturgia en el campo de concentración en el que sufrió el martirio hace 80 años la carmelita alemana

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"Sólo importa una cosa: que, valientes o cobardes, estemos siempre allí donde Dios nos quiere, confiando en Dios para el resto". Con esta frase del escritor francés George Bernanos, el cardenal Michael Czerny prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano comenzó una conmovedora homilía en el convento carmelita de la ciudad de Auschwitz.

En sus palabras, recordó las historias y destinos similares de la gran santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein y la abuela materna del cardenal, Anna Hayek de Löw. Historias emblemáticas de las atrocidades de las que es portadora una guerra, toda guerra, y por ello las más justas, según el “para rezar e invocar el fin de los conflictos en Ucrania y en el mundo”, haciéndose eco del grito de Pablo VI en la ONU en 1965: "Nunca jamás los unos contra los otros; jamás, nunca jamás (.. )¡Nunca jamás guerra! ¡Nunca jamás guerra!".


Alternando la historia de la Santa con la de su familia, el prefecto del departamento vaticano revela que comparte con Edith Stein "orígenes judíos, fe católica, vocación religiosa y varias coincidencias con la historia personal de Anna Hayek, mi abuela materna", nacida en 1893 y prácticamente de la misma edad que Stein, que nació dos años antes.

Toda la familia de su rama materna, católica de ascendencia judía, vivió la ignominia del internamiento en el campo de Terezín, no lejos de Praga. El abuelo muere allí, mientras que la abuela y sus dos hijos, tíos del cardenal Czerny, acaban en Auschwitz. Los tíos son asesinados en los campos de trabajo, la abuela sobrevive, pero a duras penas. Enferma de tifus, muere en mayo del 45. Los padres del cardenal también sufren un destino similar: la madre como descendiente de judíos, el padre porque se niega a divorciarse de su mujer, encarcelada ella en Terezín, él en un campo no muy lejano, en Postoloprty.

Dos vidas, una oración por la paz

El responsable del departamento vaticano confiesó que "tener un antecedente así" es "un gran honor" para él y se siente "profundamente emocionado" por celebrar "el 80 aniversario del nacimiento de Edith Stein al cielo, que cae en circunstancias que son especiales este año y que nos instan a recordar el pasado". Me refiero, dice, a "la guerra de Ucrania y a las demasiadas guerras crueles que hay en varias partes del mundo". Mi abuela, confiesa el cardenal, "todavía no sé dónde fue enterrada" y, sin embargo, "Auschwitz une el testimonio y las reliquias de Santa Teresa Benedicta de la Cruz a la historia y el espíritu de mi abuela, dondequiera que reposen sus restos".

Por eso, continuó, para mí "es muy emocionante celebrar el 80 aniversario de Edith Stein y, al mismo tiempo y en el mismo lugar, el 77 de Anna Löw, llorar a mi abuela y honrarla, pensar en ella reunida con toda la familia y también con Santa Teresa Benedicta". Por "su intercesión", concluye, "rezamos por la paz en Ucrania y en el mundo" y "que aquellos cuya historia personal y familiar es tanto judía como cristiana, contribuyan al necesario diálogo entre nuestras confesiones para vivir como hermanos en nuestra casa común".


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