San Agustin y la Ciudad de Dios

San Agustin y la Ciudad de Dios

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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SAN AGUSTÍN Y LA CIUDAD DE DIOS

Un año más Avilés arde en bulliciosas y plurales fiestas en honor de su patrón casi un perfecto desconocido, San Agustín, uno de los referentes intelectuales de Occidente, y el teólogo que más ha influido en la configuración de la cultura literaria-teológica occidental.

La programación oficial municipal nada quiere saber de la santidad de Agustín, ni de la genialidad del autor de una obra que ha marcado el pensamiento político y las relaciones Iglesia y Estado, como dos instituciones que con frecuencia han estado enfrentadas incluso hoy lo están.

Para San Agustín las dos ciudades, Iglesia y Estado, tienen fines diferentes y con frecuencia, la Iglesia esmanipulada por el Estado, que o la persigue hasta intentar aniquilarla o intenta apoderarse de ella para nacionalizarla y domesticarla, convirtiéndola en iglesia oficial, como sucede hoy en China, en donde el Partido Comunista pretende fomentar una iglesia opuesta a la de Roma; nombra obispos y les manda lo que tienen que predicar según los directrices del dios partido. El PC Chino ha pasado de fomentar el ateísmo, a imponer a los obispos y sacerdotes los que tienes predicar.

En España estos días se están viviendo los últimos coletazos del nacional-catolicismo a la vez que vuelve el sectarismo del nacional-laicismo, que siempre ha estado agazapado para imponer su pensamiento único. Para San Agustín ambos intentos son vanos porque la Iglesia no tiene un fin político o ideológico, y el Estado no puede ser titular de ningún derecho divino ni adoración religiosa, como sucede cuando se constituye en Moloch a quien se sacrifica los derechos fundamentales de la persona, cuando el único fin del estado es respetar los derechos fundamentales de los ciudadanos y procurar el bien común. Para San Agustín la ciudad de los hombres, con frecuencia quiere marginar a la Ciudad de Dios. La Historia de la Iglesia trascurre, según Agustín, como se prueba durante dos mil años entre las persecuciones de los hombres y los consuelos de Dios, lo que se puede comprobar en esos tiempos aciagos de postverdad y de noticias falsas.

Cuando San Agustín escribió su La

, el Imperio Romano estaba a punto de ser aniquilado por los bárbaros; los romanos pensaban que la causa de la destrucción del Imperio Romano que había declarado dioses a muchos emperadores, déspotas y crueles, se debía a que habían abandonado sus ídolos. San Agustín rebate esta falacia con una ironía: ¿por qué para huir de la barbarie hallasteis protección en las Iglesias cristiana, donde fuisteis respetados y amparados? La Necesidad de contrarrestar las falsedades de los idólatras paganos motivó que escribiera La Ciudad de Dios, obra de máxima actualidad. Pero a San Agustín no se le puede entender en su verdadera grandeza sin tener en cuenta, también su gran fuerza oratoria, aplicó la retórica de Cicerón de forma original y brillante a la Doctrina Cristiana. San Agustínno sería lo es sin su madre Santa Mónica, como se puede comprobar leyendo su obra más famosa y popular

, escrita como homenaje a aquella mujer a quien debe su conversión por sus continuas oraciones y lágrimas, así quien fuera en su juventud maniqueo orgulloso y arrogante, infravaloraba la Biblia, llegó a ser el genial hermeneuta de la misma especialmente del Nuevo Testamento.

Fidel García Martínez Catedrático Lengua Literatura Doctor Filología Hispánica.

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