Rafaela de la Brena aplaude la sentencia del Supremo contra los 'vientres de alquiler': "Los bebés no son objeto de consumo para comprar y vender”
El Supremo esgrime que la gestación subrogada convierte a los bebés en simple mercancía, en el fallo que ha emitido en el caso del español que viajó a México y tuvo dos niñas por esta práctica

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El Supremo ha asegurado que la gestación subrogada, conocido como 'vientres del alquiler', cosifica a los bebés y los convierten en simple mercancía, objeto de un contrato con una mujer que actúa muchas veces por necesidad.
Así se ha expresado el Tribunal Supremo en un fallo en el que se resuelve el caso de un ciudadano español que celebró un contrato para esta práctica en México y había pedido eliminar los apellidos de la madre de las dos bebés que gestó, y el tribunal ha denegado finalmente.
La responsable de la Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune, Rafaela de la Brena, ha aplaudido en 'Ecclesia al día' la sentencia l poner de manifiesto los riesgos éticos y humanos de los contratos de vientres de alquiler, aunque advierte que todavía queda mucho camino por recorrer en la protección de los derechos humanos implicados en esta práctica.
“La gestación subrogada supone una violación de los derechos humanos fundamentales de la persona”, ha afirmado.
"Son contratos agresivos que regulan el poder pedir el aborto a la gestante"
Uno de los argumentos que esgrime Rafaela de la Brena es que la vida humana tiene un valor intrínseco desde su inicio. “La persona tiene dignidad desde el momento de la concepción y no podemos tomar su vida como un objeto de consumo para comprar y vender”, ha recalcado.
Desde su punto de vista, los procesos vinculados a la gestación subrogada, como la fecundación in vitro, entrañan prácticas que vulneran este principio fundamental. En este contexto, advierte sobre los peligros que conlleva la selección embrionaria: “Se dan muchos casos en que la vida del embrión, sobre todo del no nacido con discapacidad, se vulnera por selección embrionaria al no considerarse lo suficientemente aptos para implementar o bien mediante la agenesia prenatal, que supone una discriminación total del niño no nacido por razones genéticas”.
Este aspecto, añade, lleva a una visión instrumentalizada de la vida humana, donde el valor del ser humano queda supeditado a sus características físicas o genéticas. “Son contratos agresivos que en muchos casos regulan el poder pedir el aborto a las madres gestantes en caso de no cumplir con estas condiciones o el niño venga con alguna discapacidad”, ha denunciado.
“El que sea necesaria la fecundación in vitro implica que haya selección embrionaria"
La responsable de la Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune ha puesto también el foco el destino de los embriones no utilizados. “El que sea necesaria la fecundación in vitro implica que haya selección embrionaria en la que bien no se implementan los embriones y, por tanto, son destruidos o congelados, que en cualquiera de las dos situaciones vulneran gravemente el derecho a la vida e integridad del embrión”, ha explicado.
Si un embrión es implantado y, durante su desarrollo, se detecta una posible discapacidad, también puede exigirse su aborto: “Si se implementa y durante el desarrollo embrionario se observa que viene el niño con discapacidad, mediante agenesia prenatal se puede exigir a la madre que aborte a ese niño”.
Ante este panorama, de la Brena propone una reflexión más profunda sobre el concepto de fecundidad, más allá de la capacidad biológica de tener hijos. En relación con el llamamiento del Papa Francisco a las familias cristianas para que consideren la adopción, reconoce que los procesos actuales no siempre facilitan ese camino.
“El acceso a procesos de adopción es complicado. Invitaría a estas familias a entender lo que es la fecundidad desde el matrimonio. No somos fecundos exclusivamente teniendo hijos biológicos”, ha comentado. Para De la Brena, existe también una forma espiritual de maternidad o paternidad que pasa por el cuidado y el acompañamiento a los demás. “Podemos entregar nuestra vida ayudando a otras personas y si el proceso de adopción no sale adelante, el Señor acontece y sobreabunda y puedes ayudar y tener una maternidad o paternidad espiritual ayudando a otra personas y haciendo fecundo tu matrimonio”.