Paula, la joven que cambió Bruselas por el Congo tras sufrir una grave enfermedad: “La pobreza no es la falta de cosas, sino la falta de esperanza”

La asturiana, de 21 años, ha fundado el proyecto ‘Puentes de Esperanza, del Congo a tu aula’, una iniciativa nacida tras su experiencia en Kinshasa con niños sin recursos. En 'Ecclesia, es domingo' ha compartido su historia

Paula Fernández, profesora  y fundadora del proyecto educativo ‘Puentes de Esperanza, del Congo a tu aula’, en 'Ecclesia es Domingo' de TRECE

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Paula Fernández tiene 21 años. Es asturiana. De Avilés, para más señas. Pese a su juventud, ha fundado el proyecto educativo ‘Puentes de Esperanza, del Congo a tu aula’, una iniciativa nacida tras su experiencia en Kinshasa con niños sin recursos. En 'Ecclesia, es domingo', Paula ha compartido su historia marcada por una enfermedad que cambió su vida y la llevó a dar un “sí” rotundo a la voluntad de Dios y al servicio de los más pequeños.    

El viaje de Paula Fernández hacia África comenzó en un hospital. Con apenas 19 años, una operación inesperada sumió su vida en una amarga incertidumbre. “Me vi al espejo y me encontré un bulto. Al principio pensé que no sería nada, pero los médicos me dijeron que quizás mi vida se paraba por un tiempo. Estuve cuatro meses sin saber qué tenía y pensé que me iba a morir. No llegó a ser cáncer, gracias a Dios, pero me vi en el limbo”. 

Paula Fernández

Paula Fernández con un niño de Mama Koko

Esa experiencia, asegura, le hizo comprender que estaba llamada a algo mayor. “Mi mayor miedo con 19 años no era la muerte, era no cumplir la voluntad de Dios. Aquello lo cambió todo, porque me hizo darme cuenta de que tenía un propósito al que debía responder”.

Su respuesta fue sencilla: “Mi propósito fue decir que sí. A veces creemos que la voluntad de Dios es algo enorme, pero nace de lo pequeño: decir perdón, te quiero y gracias. Desde ahí se construye todo. Mi proyecto en el Congo empezó con ese sí”.

De Bélgica a Kinshasa:  "En medio de la pobreza veía la mirada de Dios"

La primera parada de Paula como profesora fue Bélgica. Allí conoció a un dentista asturiano que colaboraba con la organización 'Amigos de Monkole' en Kinshasa. “Me preguntó qué iba a hacer después de recuperarme y me propuso viajar con él al Congo. Al principio le dije que no, pensaba que con 21 años no tenía nada que ofrecer. Pero entendí que a veces lo único necesario es ponerse al servicio. La pobreza no es falta de cosas, es falta de esperanza. Yo pensé que iba a llevar esperanza, pero en realidad fui yo quien la recibió”. 

La decisión no fue fácil de digerir para la familia de Paula: “Mi madre me preguntó si estaba segura, y aunque no lo estaba del todo, me animó a intentarlo. Mi padre, más práctico, me dijo que si yo era una emprendedora de sueños y aquello no le costaba dinero, me apoyaba. Así que me lancé”.

Paula Fernández

 

Ya en Kinshasa, el choque fue inmediato. “Lo que más me impactó fue la mirada de la gente. En medio de la pobreza veía la mirada de Dios. Allí comprendí que la fe no se vive solo, se siente, y se construye desde lo más sencillo: una sonrisa, un baile, un gesto de cariño”.

Una escuela de vida entre los más pequeños: "lo normal en Kinsaha es trabajar o vivir en un orfanato"

En la capital congoleña, Paula se volcó en un orfanato con 800 niños. "Decir que allí fui profesora sería engañarme. Hice lo que podía: ser hermana, madre, referente. Te olvidas de ti y te centras en ellos. Les das de comer, les enseñas a leer, juegas, cantas. Enseñas desde lo que eres, no solo desde lo que sabes”.

La realidad de esos niños es dura: muchos trabajan desde los cuatro o cinco años para sostener a sus familias. “Un día le di un lápiz a un niño de cuatro años y no sabía qué hacer con él. Empezó a usarlo como avión o balón. Cuando le enseñé a dibujar en el suelo, se reía y pedía más. Esa inocencia me cambió por dentro”.

Paula Fernández

Para Paula, cada cuaderno, cada clase, tiene un alcance transformador. “Cuando un niño estudia en el Congo no cambia solo su vida, cambia la historia del país. Allí lo normal no es ir a la escuela, lo normal es trabajar o vivir en un orfanato. Pero cuando uno de ellos aprende, todo su entorno cambia con él”.

La reflexión de Paula en su regreso del Congo: "en España hemos perdido la esperanza"

La experiencia en África dio nombre a su proyecto educativo: ‘Puentes de Esperanza, del Congo a tu aula’. Su objetivo es acercar a los colegios españoles la realidad que vivió en Kinshasa, mostrando a los más jóvenes cómo la fe y la educación pueden transformar vidas. 

Lo que más le sorprende, explica Paula, es que volvió del Congo más llena que cuando partió. “Aquí en España hemos perdido la esperanza. Allí nunca escuché a nadie decir ‘un día menos’, como solemos decir aquí. Ellos dicen ‘un día más’. Aunque no vean resultados, siguen adelante, convencidos de que vale la pena. Y si tu vida sirve para darla, aunque sea corta, ya es suficiente”.