La labor de Cáritas con los más vulnerables en tiempos de inflación: "Fue Dios quien nos envió su ayuda”

Mari Carmen y su hijo llegaron procedentes de Perú sin un techo ni dinero para comer. La labor de Cáritas Menorca les ha permitido sobrevivir. En ECCLESIA contamos su historia

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Mari Carmen llegó hace diez meses a Menorca procedente de Perú junto a su hijo de doce años. Venía huyendo de la inseguridad de su país y de su expareja, además de buscar un mejor futuro. Pronto ha descubierto Mari Carmen que la realidad en España es también dura a nivel laboral, en el contexto de una inflación desbocada.

“Traje pocos ahorros que me sirvieron para los dos primeros meses en los que no tuve trabajo. Ha sido duro, sobre todo cuando se tiene una persona a tu cargo. Un adulto aguanta pasar hambre, pero con un niño es difícil”, asegura en ECCLESIA.

En un primer momento, Mari Carmen convivió con una amiga peruana que residía en España, que luego le daría la espalda: “Fue ella quien me habló de lo bonito que era España y lo seguro que íbamos a estar. En su casa estábamos incómodos y me dio la espalda”, relata.

Fue en aquel momento de desesperación cuando Cáritas llegó a la vida de Mari Carmen y de su hijo, primero proporcionándoles alimentos, y luego dándoles un techo: “Gracias a Dios estaban ellos porque no tenía trabajo, solo limpiaba dos horas cada quince días. Ahora en verano tengo un poco más de trabajo, pero no tengo papeles y no puedo acceder a un empleo estable”, lamenta.

Además de los alimentos, Cáritas proporcionó un piso social para Mari Carmen y su hijo para así tener un techo, del que goza desde hace cuatro meses: “Agradezco a Dios por la bondad de tantas personas. Mi niño también me dice 'mamá, que buenas personas, sin conocernos nos ayudan”.

Ahora, Mari Carmen comparte el piso de la ONG junto a otras cuatro madres con sus hijos y dos chicas solteras. La convivencia entre ellas es buena, ya que lo más importante para todas es que sus retoños tengan un hogar donde despertar cada día con seguridad.

Mari Carmen espera que pronto puedan abandonar el hogar de Cáritas. Para ello necesita un empleo estable. Por ahora todos los trabajos son precarios y por horas. Para mejorar sus competencias, acude a los cursos de catalán y de cocina que imparte la propia entidad en Menorca, pero es consciente de que el futuro está lleno de incertidumbres.

“No quiero pensarlo. Cuando me entra algún dinero trato de ahorrarlo, aunque Cáritas nos da la seguridad de poder quedarnos hasta que estemos mejor y los niños no pasen necesidades”. Otra de las preocupaciones de Mari Carmen es el inicio del curso escolar, ya que tendrá que afrontar los gastos del material.

Por suerte, los servicios sociales y Cáritas apoyaron a la peruana para que su hijo tuviese un ordenador portátil propio para poder sacar adelante sus estudios: “Ahora entra en Sexto de Primaria, y se adaptó muy bien a las clases. Durante las tardes del curso, Cáritas da clases de refuerzo del catalán y de Matemáticas. Estamos agradecidos con Cáritas porque para nosotros los extranjeros, que además venimos sin papeles ni familia, han sido un apoyo y una bendición. Fue Dios quien nos envió está ayuda”, ha expresado Mari Carmen.

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