Kiko Argüello y el Camino Neocatecumenal comparten su alegría por la canonización de Carlos de Foucauld

El iniciador del Camino Neocatecumenal se encontró con el beato en 1960 en un retiro en la provincia de Zaragoza

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El 15 de mayo será canonizado el beato Carlos de Foucauld: una buena noticia para toda la Iglesia y especialmente para Kiko Argüello y el Camino Neocatecumenal. ¿Por qué?

Kiko y Carlos de Foucauld se encontraron providencialmente en el verano de 1960. Cuando estudiaba en Bellas Artes, un teólogo dominico, el padre Aguilar, consiguió una beca de la Fundación Juan March e invitó a tres jóvenes, entre ellos Kiko, a realizar un viaje por Europa para conocer la relación entre el arte protestante y el arte católico.

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En el desierto de Los Monegros

Como preparación del viaje, el padre Aguilar quiso llevar a Kiko a un retiro en el desierto de Los Monegros, en Farlete (provincia de Zaragoza), donde se encontraban los Pequeños Hermanos de Charles de Foucauld. Aquí Kiko pudo conocer al padre R. Voillaume, fundador de los Pequeños Hermanos. Leyó la vida de Carlos de Foucauld, quedando fascinado, sobre todo, del descubrimiento de la vida oculta de Jesús y de la Familia de Nazaret; algo que hacía eco con lo que había recibido de la Santa Virgen María: “Hay que hacer comunidades cristianas como la Santa Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza; el otro es Cristo”.

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Kiko quería vivir como Carlos de Foucauld

Varios años más tarde, en 1964, convencido de que Jesucristo se identifica con los pobres, Kiko se va a vivir a las barracas de Palomeras Altas, siguiendo las huellas de Carlos de Foucauld, haciendo presente la vida oculta de Jesús en Nazaret. Quería como él, vivir a los pies de Cristo crucificado; quería vivir una espiritualidad monacal, silenciosa, de contemplación al misterio del sufrimiento de los hombres, a la cruz visible en tantos inocentes.

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Cuenta el mismo Kiko: “No fui allí para enseñar a leer y escribir a aquella gente, ni para hacer asistencia social y ni siquiera para predicar el Evangelio. Me fui allí para ponerme al lado de Jesucristo. Carlos de Foucauld me había dado la fórmula para vivir en medio de los pobres como un pobre, silenciosamente. Este hombre supo vivir una presencia silenciosa de testimonio entre los pobres. Tenía como ideal la vida oculta que Jesús vivió treinta años en Nazaret, sin decir nada, en medio de los hombres. Ésta era la espiritualidad de Carlos de Foucauld: vivir en silencio entre los pobres. Foucauld me dio la fórmula para realizar mi ideal monástico: vivir como pobre entre los pobres, compartiendo su casa, su trabajo y su vida, sin pedir nada a nadie y sin hacer ninguna cosa especial. Jamás pensé montar una escuela o un dispensario o algo por el estilo. Sólo quería estar entre ellos compartiendo su realidad”.

La Eucaristía

De Foucauld fue un apasionado de la presencia de Cristo en la Eucaristía. En 1900, durante su estancia en Israel, intentó adquirir el Monte de las Bienaventuranzas para construir un altar justamente allí, donde se celebrara la misa cada día y estuviera presente Nuestro Señor en el Tabernáculo.

“Mi Señor Jesús, estás en la Santa Eucaristía: ¡Estás ahí, a un metro de mí, en este ostensorio! Tu cuerpo, tu alma, tu divinidad… ¡Qué cerca estás de mí, Dios mío! Mi salvador, mi buen Jesús, mi hermano…” (Escritos Espirituales, Ch. de F.). Sentía de Dios que en el Monte de las Bienaventuranzas tenía que haber una capilla con la presencia constante de la Santa Eucaristía, día y noche. Intentó comprar el lugar con ayuda de su familia, pero le engañaron y abandonó el proyecto.

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Misión evangelizadora

El sueño del beato Carlos de Foucauld se hizo realidad durante la octava de la Pascua de 2008, cuando en la parte superior del Monte de las Bienaventuranzas (Korazim – Galilea), durante una convivencia de Kiko y Carmen con cardenales y obispos, el Patriarca Latino de Jerusalén, Michel Sabbah, bendijo e inauguró una capilla para la adoración perpetua del Santísimo Sacramento.

Sobre el techo se colocó el conjunto escultórico realizado por Kiko Argüello, que representa a Jesús y a los doce apóstoles durante la proclamación del Sermón de la Montaña. El sueño de Charles de Foucauld se sella con la misión evangelizadora de la Iglesia.

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Muy cercanos al beato

Kiko, viendo cumplida la inspiración de Carlos de Faucould, explicaba en la inauguración de la capilla en el Monte de las Bienaventuranzas: “Nosotros hemos realizado un sueño, digamos así, una gran idea; es decir, que en el Monte de las Bienaventuranzas haya una capilla para la presencia real y permanente de la Santa Eucaristía. Nosotros, el Camino Neocatecumenal, que tiene como imagen la Sagrada Familia de Nazaret, hemos visto con sorpresa que estamos muy cercanos al beato Charles de Foucauld que quiso, tuvo la intuición, la misión de la vida oculta de Nazaret. Charles de Foucauld me impresionó por su intuición sobre la vida escondida de Cristo, por la Familia de Nazaret…”.

Desde ese día miles de peregrinos han transcurrido un tiempo de adoración ante el Santísimo Sacramento junto al mar de Galilea, cumpliéndose así, 100 años después el sueño de Carlos de Foucauld.

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